Como en el caso de Grecia, con el que se guarda alguna semejanza, el rescate en marcha de este pequeño territorio europeo no sería noticia si no fuera por la resistencia que encabezan Alemania y otros países acreedores de la eurozona. No pocas voces en sus parlamentos reclaman que se deje caer a Chipre y luego se le borre del mapa de la moneda única. Son las mismas que cuestionan la ayuda europea a los bancos españoles y se escandalizan por la tibia reacción oficial frente a los casos de corrupción de partidos políticos y administraciones públicas.
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Visto desde Nicosia
Tras la división, la quiebra
“Por primera vez en la historia reciente del país, la campaña no ha estado marcada por el problema de la división de la isla sino por los riesgos de declararse en bancarrota”, escribe O Phileleftheros al día siguiente de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, celebrada el 17 de febrero. Una cuarta parte del país está ocupada por el ejército turco desde 1974 y, hasta el momento, ningún presidente ha conseguido una solución viable. Por eso su homólogo Politis sostiene que:
Sea quien sea el vencedor, el nuevo presidente chipriota se verá obligado a dejar el país bajo tutela presupuestaria de la Unión Europea t del FMI, como Grecia, para obtener en esta ocasión un préstamo de 17.000 millones de euros y evitar así la quiebra.