Basura amontonada en la ciudad de Rzeszow,sureste de Polonia.

Convertirse a la religión del reciclado

Parece que Polonia por fin tendrá que ponerse manos a la obra con la limpieza. Denostada por la Unión Europea, en breve se convertirá a la religión del “Re”: reducción, reanimación, reencarnación de los residuos, informa una periodista de Polityka.

Publicado en 4 abril 2013 a las 11:41
Basura amontonada en la ciudad de Rzeszow,sureste de Polonia.

Este año, la atávica limpieza doméstica primaveral irá acompañada de la polémica sobre los residuos. Junto a otros diez países, Polonia ha sido reprendida por la UE por su caos, su suciedad y su exceso de residuos.

Ante esta situación surge una pregunta que es natural, quizás hasta urgente, aunque rara vez se plantee. ¿De verdad tenemos que generar tanta basura? O, desde una perspectiva algo distinta: ¿la civilización moderna ha sucumbido a una obsesión con las cosas que al final serán su propia perdición?

Los humanos actuales arrastran hasta sus cavernas alimentos envueltos en plástico y agua embotellada, aunque disponen de eficientes plantas depuradoras. A veces arrastran demasiadas cosas, porque hay rebajas, una liquidación, porque es más barato en un paquete de seis, porque nunca se tiene demasiado de algo bueno.

Nuestros padres o abuelos compraron los primeros televisores con la promesa de que durarían toda una vida, mientras que la vida útil de la primera generación de teléfonos móviles se estimó en diez años. Hoy, un tablet ya está desfasado en el momento de comprarlo.

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Los investigadores han calificado a los individuos occidentales actuales de “consumidores de novedades”. Han etiquetado el progreso de Polonia de las dos últimas décadas como “modernización imitadora”. La gente siempre había deseado tener cosas y las ha acumulado; la transición de Polonia al capitalismo significó únicamente una versión americana, nueva y más intensa del ansia materialista.

Como nación, a los polacos les sigue afectando el síndrome del consumismo del principiante: comprar, poseer, tirar, comprar algo nuevo, barato, tan barato que es un pecado no comprarlo.

El país donde no se tira nada

“En Polonia, la cultura material estuvo plagada de déficits constantes, por lo que los objetos utilitarios prácticamente jamás perdían su valor práctico”, comenta Wlodzimierz Pessel, catedrático de antropología cultural en la Universidad de Varsovia, especializado en "garbology" o "basurología" (el estudio científico de la basura y los desechos) y que ha realizado investigaciones en Polonia y Escandinavia.

La predilección de los polacos por recoger cosas inservibles, la tendencia de conservar las cosas y no tirar nunca nada, expone Pessel, se deriva de una larga tradición de soluciones provisionales y alojamientos temporales, una experiencia que han compartido millones de polacos, deportados, reubicados y expropiados a lo largo de los siglos. La historia de Polonia está repleta de reconstrucciones constantes y con prisas.

Religión de cumplimiento oficial

La reducción, el reciclado, la reanimación y la reencarnación de los residuos es una religión oficial en la parte occidental de la UE. Y se cumple con una seriedad extrema. Si una persona saca la basura en el momento equivocado o tira envases de vidrio en el cubo de los de plástico, se le aplica una multa. Le hostigan moralmente y le estigmatizan. También se difunde una molesta propaganda de limpieza y orden, construyendo templos de preciosas y saludables pistas de esquí, miradores y cafés acogedores, alrededor de vanguardistas plantas de incineración y sobre vertederos cerrados desde hace tiempo.
En la UE occidental, los puntos de recogida donde se reciclan los residuos de equipos electrónicos y eléctricos (RAEE) están prácticamente rodeados de todo tipo de barreras para evitar que la gente tire cualquier elemento en la categoría incorrecta. En Polonia, las barreras se colocan para evitar robos.
En Alemania, alrededor de la mitad de todos los residuos se recicla y el objetivo es aumentar la proporción hasta el 75% en el futuro cercano. En Polonia, la tasa de reciclado se encuentra entre el 5% y el 10%, por debajo de cualquier otro país de la UE, excepto en Rumanía y Letonia.

El incansable ‘re’consumidor

¿Suplantará la religión del “Re” a las enseñanzas del capitalismo, el dogma de la producción constante, la sustitución de lo bueno con lo mejor, aunque sólo parezca mejor? ¿Se sustituirá lo duradero por algo menos duradero? Los grandes pensadores de nuestros tiempos reflexionan sobre el futuro de un mundo absorto en el reciclado de las masas de residuos generados constantemente. La mayoría cree que el capitalismo es algo imposible de hundir y que la característica distintiva de la llamada postmodernidad tardía es que no tiene fin.
Pero el capitalismo moderno no difundiría la religión del “Re” si le perjudicara o sencillamente por el bien de la naturaleza. Tal y como alguien dijo: “si se mete la mano en la basura, también se pueden sacar beneficios”. Los noruegos han calculado que cuatro toneladas de residuos generan unos beneficios equivalentes a una tonelada de petróleo. Y es una política a la que seguirán siendo fieles. Los residuos no sólo son los subproductos de la civilización, sino que también constituyen un enorme y floreciente negocio, con el que se puede ganar dinero generando basura y reciclándola.
Las normativas que se están aplicando actualmente en Polonia inevitablemente harán que muchas personas se rebelen. Pagar más por algo que se tira para siempre es realmente un escándalo. Dejar de tirar residuos por la noche en el campo o en el río más cercano y en su lugar desarrollar y aplicar una solución de éxito a nivel local es casi una utopía. Si a esto se añade el ritual diario de clasificar y seleccionar los contenedores, las cajas, las botellas, las latas y las bolsas, estamos hablando de una revolución de mentalidad.

Sería ideal que la revolución de la basura instara a Polonia a pasar de su actual nivel de consumismo joven a uno superior, menos depredador y más reflexivo. Puede que haya llegado el momento de meter las manos en nuestra propia basura.

Visto desde Bucarest

Los viejos objetos, una historia de amor

El problema de reciclaje de los desechos “causa estragos en todo el este de Europa”, y especialmente en Rumanía, afirma Money Express. La publicación económica mensual cita un estudio de 2010 que muestra cómo “los frigoríficos, las televisiones, los aspiradores o incluso las bombillas que no funcionaban se convierten en objetos por los que seguimos manteniendo apego”:

no es únicamente porque la gente no sepa qué hacer cuando ya no funcionan, sino también porque los programas de incentivación de las empresas de recogida de desechos que ofrecían descuentos en la compra si devolvían un objeto estropeado cesaron bruscamente en 2010.

Tal y como subraya la revista, el reciclaje entra ahora dentro de las obligaciones europeas. En 2012, la UE publicó una directiva que introduce las nuevas normas de recogida de sobre residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) y fija una tasa de recogida del 45% al año para el periodo de 2016 a 2019. “Los Estados miembros tienen 18 meses para trasponerla en su legislación nacional, si no están expuestos a sanciones que pueden llegar a los 200.000 euros al día”, señala Money Express.

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