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Festival Freestyle City en Cieszyn, en 2012.

Una reunificación ‘freestyle’

¿Cómo se pueden olvidar los problemas del pasado y unir las dos partes de una ciudad atravesada por una frontera? En
Cieszyn LA polaca y Cesky Tesín la checa, un grupo de jóvenes promocionan la reconciliación a través del voluntariado.

Publicado en 19 abril 2013 a las 12:08
Freestyle City Festival  | Festival Freestyle City en Cieszyn, en 2012.

Es un reportaje de estilo libre

Y cada cual puede interpretarla como desee.

Los hilos blancos y negros son atisbos de la vida de las personas que han renunciado a sus carreras internacionales para crear algo único: una “universidad para los sin techo”, un centro para una “nueva forma de pensar”, un “puente voluntario checo-polaco”.

La acción es un intento de ponerse al nivel del líder de estilo libre de la juventud de Cieszyn, el educador social Michal Paluch, y sus ideas para integrar a los viejos y jóvenes, polacos y checos, protestantes y católicos, e incluso a estudiantes, profesores y funcionarios públicos en una comunidad única, ecuménica y multicultural.

Esta historia trata sobre la ciudad de Cieszyn: una ciudad dual en transición. ¡Vamos!

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Acción. El cuestionario

Diciembre de 2012. “¡De acuerdo, vamos!”, dice Michal Paluch entusiasmado. “Vamos a hacer seguimientos. Tú me seguirás a mí y nos conoceremos en acción”.

2.400 estudiantes de Cieszyn están a punto de responder un cuestionario cuya finalidad es descubrir líderes jóvenes con una personalidad excepcional, capaces de dirigir proyectos transfronterizos. Paluch espera encontrar un centenar y establecer un parlamento juvenil checo-polaco.

Y después… Y después las dos ciudades, cada una con una población aproximada de 30.000 habitantes, se fusionarán para crear una con una población de 60.000 habitantes, en el centro de una Europa unida, multicultural, con diversidad de religiones, con una universidad, una hermosa historia y un próspero futuro. El tranvía rojo que los habitantes de la localidad añoran tanto, volverá a enlazar ambas orillas del Olza, como en 1910. El mito de la “pequeña Viena” volverá a renacer, los coches de caballos volverán a recorrer las calles, un actor vestido como el emperador Francisco José paseará por la plaza principal de la ciudad…Incuestionablemente, se creará una universidad transfronteriza y se celebrará anualmente un nuevo festival juvenil europeo para conmemorar el aniversario de la adhesión al Acuerdo de Schengen. Fue aquí donde se hizo historia: el 20 de diciembre de 2007, unidos por el momento, los alcaldes de Cieszyn y Cesky Tesín serraron por la mitad la barrera fronteriza, pero, aunque ellos lo hicieron, esa barrera perdura en la mente de las personas. Los polacos no hablan checo y los checos no hablan polaco; lo que aparentemente es una sola ciudad, son dos mundos aparte.

Hilos negros. La soledad del líder

Michal tiene 31 años. La escuela fue una pesadilla para él: “Totalitarismo. Poscomunismo”. Encontró la libertad al hacerse periodista: una bicicleta, una cámara fotográfica y una grabadora. A los diecisiete años entrevistó a Richard Pipes, al asesor presidencial estadounidense y al actor Jerzy Stuhr, que debutó en Cieszyn en la década de los setenta. Habló con el gobernador del condado, con políticos y concejales. El día que hizo su examen final de bachillerato, ganó un prestigioso premio periodístico. [...] Después descubrió la Escuela de verano para Líderes de la Sociedad Civil, fundada por Zbigniew Pelczynski, un filósofo y profesor emérito de Oxford.

“¡Por primera vez en mi vida alguien me preguntó quién era y qué quería hacer! ¿Y quién lo hizo? ¡Nada más y nada menos que el tutor de Bill Clinton!”.

Durante el curso de verano, fueron a Varsovia y visitaron el despacho del primer ministro, el despacho del presidente, los ministros, y hablaron con las personas más importantes del país. El curso terminó con un taller sobre anticorrupción.

“Al final de la clase de psicología, el prefecto dice: ‘Este es nuestro primer examen. Debemos comprarle un regalo al profesor’. Saqué todos aquellos panfletos y dije: ‘Muchachos, eso que proponéis se llama corrupción’”.

Hilos blancos. Unidos por la pasión

En el Centro de Voluntariado Transfronterizo, Michal Paluch termina escribiendo un libro de texto sobre la nueva didáctica que desarrolló cuando trabajaba con voluntarios. Es su futura tesis doctoral, un proyecto infalible para la colaboración entre jóvenes y las autoridades municipales. Incluso para co-gobernar.

Una secuencia filmada del Freestyle City Festival, donde todo empezó hace tres años, se proyecta en la pantalla. “Regresé a casa de mis estudios y tuve una idea”, dice Paluch. Más de 300 deportistas de alto riesgo vendrán a Cieszyn. Las motos volarán por encima de la cabeza de San Florián en la plaza principal de la ciudad. Los ciclistas descenderán las empinadas y sinuosas calles. Se celebrarán varias docenas de eventos durante los cuatro días que dura el festival. Ese proyecto tenía la pretensión de unir a todo el mundo. Era un remedio para los problemas y enfermedades locales.

Las ediciones de 2011 y 2012 han dejado 120 gerentes de eventos. Paluch cierra su portátil: “¿Qué debía hacer con ellos? [...] Fui a ver al teniente alcalde y le dije: ‘¡Vamos a escribir un proyecto europeo, vamos a fundar un Centro de Voluntarios Transfronterizo!’”.

Acción. ¿Dobrovolník? ¡Voluntario!

El centro CVC es un centro de conferencias moderno construido con los fondos de la UE. Cuenta con un proyector multimedia, una cámara de vídeo, un podio verde de estilo libre (con el espejo de una bicicleta y un timbre) para practicar las presentaciones públicas y los discursos, una hilera de ordenadores portátiles y las típicas tribunas y rotafolios.

Los jóvenes entran en silencio, sueltan sus mochilas en el suelo y se sientan en cojines. Przemyslaw Lose, de 16 años, organizador de una conferencia checo-polaca que recapitula un proyecto CVC que involucraba a ambas ciudades, está tranquilo porque revisaron los preparativos en la sesión de la noche pasada. “Lo que sucede en el Centro es completamente único”, me dice. “Esto no es una escuela, ni un centro cultural, ni los boy scouts. ¡Esto es algo totalmente diferente! ¡Y está cambiando la ciudad!”.

Hilos blancos. Petr Kantor

Petr Kantor le recuerda a uno al joven Vaclav Havel. Delgado, esbelto y centrado. Estamos sentados en un salón de té checo en Cieszyn. Kantor, de 35 años, que obtuvo su licenciatura en drama y administración en Japón, es profesor de la Universidad de Ostrava. Gracias a sus contactos, los voluntarios polacos dieron “saltos” de estilo libre en los colegios de secundaria checos. Entraron en las escuelas con música, películas y talleres, anunciando reuniones futuras. Luego estudiaron checo.

Sin embargo, construir una comunidad ha sido un proceso arduo. “Los checos son diferentes”, dice Kantor. “No tan duros como Kotanski o Owsiak, ni tan impulsivos e invasivos como Michal Paluch. Operan en pequeños grupos, dentro de su comunidad, a menudo en las escuelas”.
Aun así, Kantor distribuye panfletos en las escuelas y busca líderes jóvenes para crear un parlamento transfronterizo porque eso marcará un hito y será el principio de un cambio. Parece optimista:

“En la vecina ciudad de Karvina, se ha inaugurado un centro de voluntarios similar al de Cieszyn. El gobernador del condado fomenta la integración. El alcalde también. Y los jóvenes polacos miran a los jóvenes checos”.

Hilos negros. Conexiones

No había nadie después de la Segunda Guerra Mundial. En la década de los sesenta, en el 1.150 aniversario de la fundación de la ciudad, se levantaron las barreras fronterizas por un momento. Luego empezaron a abrirlas en los días festivos nacionales, normalmente el 1 de Mayo. Los funcionarios de aduanas y su ocasional antipatía.

Luego llegó el año 1968. En un cementerio al otro lado del río, se puede ver la tumba de Lada Krumniklowa, una periodista polaca de Cesky Tesín que escribió y repartió un panfleto a las tropas invasoras polacas: “No disparen a la gente. Aquí no hay contrarrevolución. Esto es una ocupación ilícita y terrible de un Estado soberano”.
Fue arrestada y pasó el resto de su vida trabajando como dependienta con el salario mínimo. Su tumba es un punto importante de conexión.

A principios de la década de los noventa, la Solidaridad Checo-Polaca creó conexiones transfronterizas y se fundó el festival de teatro fronterizo. Luego llegaron los fondos de pre-adhesión y post-adhesión y comenzaron las obras: construcción de carreteras, mejoras en los parques. En la actualidad, hay varios eventos anuales que tienen lugar a ambos lados: carreras transfronterizas, torneos de baloncesto. La biblioteca municipal, Ksiaznica Cieszynska, organiza reuniones orales de historia y su homóloga checa, Mestká Knihovna, debates con títulos como Los checos y los polacos: unidos aparte. La ciudad está volviendo a unirse. Lentamente. Solamente los jóvenes desearían ver un progreso más rápido.

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