Noticias Bosnia-Herzegovina
La Biblioteca Nacional de Sarajevo.

Imposible pasar página

La Biblioteca Nacional de Sarajevo, destruida durante la guerra de Bosnia, acaba de reconstruirse con ayuda de la UE. Pero cerca de 20 años después del fin del conflicto, a este símbolo de un Estado multiétnico le siguen acechando los fantasmas del odio.

Publicado en 12 julio 2013 a las 12:20
La Biblioteca Nacional de Sarajevo.

Si tuviera que elegir un libro, el libro de su vida, a Kanita Focak le costaría mucho. ¿Sería el Decamerón, la recopilación de novelas escrita por Boccaccio en el siglo XIV? ¿Una novela de Salman Rushdie? ¿O bien "Un puente sobre el Drina", del premio Nobel yugoslavo Ivo Andric? En cambio, si tuviera que elegir un lugar, Kanita Focak no lo dudaría: la Vijećnica, la antigua Biblioteca Nacional de Bosnia-Herzegovina y símbolo de su capital, Sarajevo. Los manuscritos, libros, mapas geográficos y diarios que cubren un periodo de seis siglos, escritos en latín, inglés, turco, árabe, ruso, persa, alemán e italiano, pero también los numerosos conciertos y exposiciones que tenían lugar en ese lugar convertía a esta biblioteca en el reflejo de la Bosnia multiétnica.
Kanita Focak tiene 59 años. "Los grandes acontecimientos de mi vida están relacionados con la Vijećnica", confiesa. Kanita Focak aprendió pronto a amar los idiomas y la literatura, la pintura y la arquitectura. Con 16 años, la joven morena con aires de Grace Kelly devoraba libros sobre arquitectura del Renacimiento y las obras de Dante y Boccaccio en las salas de lectura artesonadas de la Vijećnica. Luego, la católica Kanita conoció a Farouk, un orfebre musulmán 10 años mayor que ella. Los enamorados se citaban en la Vijećnica, en la sala de lectura cuando llovía, en los mármoles del vestíbulo de entrada cuando hacía sol. Las dos familias se opusieron a la relación, pero la pareja se mantuvo firme. [Se casaron a finales de los años ochenta]. La pareja recién casada se trasladó a la casa de la familia de Farouk, justo frente a la Biblioteca Nacional.
Pero la felicidad les duró poco. En 1991, estalló la guerra en Croacia antes de extenderse a Bosnia menos de un año después. Un mediodía a principios del mes de abril de 1992, la artillería serbia lanzaba sus primeros obuses desde las verdes colinas de Sarajevo. El Parlamento de Bosnia y el consejo constitucional cayeron pronto presas de las llamas. Durante años, uno de los instigadores intelectuales de la guerra se codeaba con Kanita Focak en la sala de lectura de la Vijećnica: Nikola Koljević, especialista en Shakespeare en la universidad de Sarajevo. El profesor universitario se dejó atrapar por la ideología de los nacionalistas serbios, según la cual, estaban llamados a crear la "Gran Serbia", a expulsar a las demás poblaciones del territorio, a aniquilar su legado. Durante la guerra, Nikola Koljević, representante del líder serbio Radovan Karadzić, participó en la orquestación de la campaña de expulsión y de aniquilación.

Un pasado común en llamas

La tarde del 25 de agosto de 1992, el exprofesor universitario ordenó a la artillería serbia que prendiera fuego a la Vijećnica. Una lluvia de obuses incendiarios cayó sobre la biblioteca. Nueve décimas partes de las alrededor de 1,5 millones de obras se desintegraron. Fue el mayor auto de fe de la historia moderna, un acto de destrucción premeditado, la aniquilación de un pasado común con el fin de impedir un futuro común.
En la otra orilla del río, el estallido de un obús traspasó la pared del salón de Kanita Focak e hirió a Farouk en el vientre. Luchó contra la muerte durante cuatro días, después de los cuales le dijo a Kanita: "Verás crecer a nuestro hijo", antes de morir en sus brazos, tras sólo cuatro años de vida en común. Al final de la guerra Kanita Focak, que se convirtió en arquitecta, participó en la reconstrucción de la ciudad. En poco tiempo, las mezquitas, las iglesias y las casas burguesas renovadas devolvieron a Sarajevo su lugar entre las ciudades más bellas de los Balcanes.
Sin embargo, durante mucho tiempo la Biblioteca Nacional siguió siendo una carcasa calcinada. A día de hoy, nadie ha pagado por el bombardeo de la Vijećnica. Es cierto que la destrucción de bienes culturales constituye un crimen de guerra y puede ser objeto de las acciones del Tribunal para la Antigua Yugoslavia de La Haya. Pero Nikola Koljević, el antiguo especialista en Shakespeare, se quitó la vida. Y en las acciones judiciales emprendidas contra Radovan Karadzić y su general Ratko Mladić, los fiscales retiraron la destrucción de la Vijećnica de una lista de acusaciones que se había vuelto demasiado larga.
Por su parte, los bibliotecarios también siguen esperando a que se haga justicia. Los libros y manuscritos que rescataron se depositaron primero en la caja fuerte de la lotería nacional, luego se transfirieron a un refugio nuclear, luego a los sótanos del ministerio de Educación, antes de aterrizar en un antiguo cuartel del ejército yugoslavo. Allí, los bibliotecarios reconstruyen los fondos de la Vijećnica. Pero hasta hoy, la biblioteca no dispone de una sede fija. Y el proyecto corre el riesgo de fracasar. Del centenar de personas que trabajaban antiguamente en la biblioteca, hoy tan sólo quedan 47, en locales precarios.

En refugios improvisados

Los bibliotecarios tapizaron paredes enteras de fotocopias de cartas en las que imploraban a los dirigentes políticos de Bosnia que reconstruyeran la biblioteca y, sobre todo, que desbloquearan las financiaciones. De momento, todas estas súplicas han caído en saco roto. Porque el espíritu nocivo de Nikola Koljević, el antiguo experto en Shakespeare convertido en instigador del odio, sigue rondando la República Serbia de Bosnia, de mayoría serbia. Sobre el papel, la República es una de las dos regiones autónomas de Bosnia-Herzegovina. Pero su presidente prefería la independencia o bien la anexión a Serbia. Hace tiempo que los serbios de Banja Luka, la capital de la República Serbia de Bosnia, rebautizaron la biblioteca de la provincia como "Biblioteca Nacional y Universitaria".

En la segunda región del país, la Federación de Bosnia-Herzegovina, formada por los bosnios y los croatas de confesión musulmana, muchos croatas también están a favor de una mayor autonomía y tampoco desean ver renacer un símbolo nacional. Es cierto que los acuerdos de Dayton, que pusieron fin al conflicto en 1995, estipulaban que Bosnia-Herzegovina debía financiar las infraestructuras públicas. Pero el "ministro de Asuntos Civiles", responsable de la cultura, es desde hace 11 años Sredoje Nović, exjefe de los servicios secretos y ministro del Interior de la República Serbia de Bosnia. Y en su opinión, su ministerio no fue quien instituyó la Biblioteca Nacional y por lo tanto, no tiene que pagar por ella.

Recibe lo mejor del periodismo europeo en tu correo electrónico todos los jueves

Hay fondos si hay voluntad política

Sin embargo, en Sarajevo no faltan fondos siempre que exista una voluntad política y que el proyecto sea inofensivo desde el punto de vista político. Y esto también se aplica a la Vijećnica, cuyo edificio ha recuperado su antiguo esplendor, desde hace ya un tiempo. La Unión Europea corrió con los gastos de las obras, que ascendieron a cinco millones de euros. El antiguo símbolo volverá a abrir sus puertas en junio de 2014… para albergar el ayuntamiento y el consejo municipal.

En la Bosnia actual, las dos instituciones apenas tienen poder y no representan al país. Lo que se inscribe en la política del responsable de la obra: el mismo ministro que se negó a financiar la biblioteca nacional y que excluyó por completo a los bibliotecarios del proyecto de la nueva Vijećnica. Según los términos del proyecto elaborado a sus espaldas, la biblioteca nacional que verá la luz en los locales de la Vijećnica renovada tan sólo incluirá los manuscritos y algunas obras excepcionales. Los demás libros permanecerán en sus refugios improvisados.
Así se escribe la historia. "Cuando se quemó la antigua Vijećnica, lo que desapareció con las llamas fue la sede de nuestra cultura común, de nuestros recuerdos comunes, de la vida en comunidad", lamenta Kanita Focak. Los libros que fueron su vida permanecen almacenados en la periferia de la ciudad, en un antiguo cuartel yugoslavo.

Tags
¿Te ha gustado este artículo? Nos alegra mucho. Se encuentra disponible para todos nuestros lectores, ya que consideramos que el derecho a la información libre e independiente es esencial para la democracia. No obstante, este derecho no está garantizado para siempre, y la independencia tiene su precio. Necesitamos tu apoyo para seguir publicando nuestras noticias independientes y multilingües para todos los europeos. ¡Descubre nuestras ofertas de suscripción y sus ventajas exclusivas y hazte miembro de nuestra comunidad desde ahora!

¿Eres un medio de comunicación, una empresa o una organización? Consulta nuestros servicios editoriales y de traducción multilingüe.

Apoya el periodismo europeo independiente

La democracia europea necesita prensa independiente. Voxeurop te necesita a ti. ¡Únete a nosotros!

Sobre el mismo tema