Cada día, Jocke Pikkarainen sale de su domicilio en Nuorgam [en Finlandia] y recorre 25 kilómetros hacia el norte, hasta llegar a su trabajo en Tana Bru [en Noruega]. Se pone su abrigo rojo y recibe a los pacientes de urgencias de la ciudad. Jocke Pikkarainen es originario de Kimito [al sur de Finlandia] y estudió en Turku. Después de haber sido enfermero de ambulancia, en agosto del año pasado decidió mudarse con su pareja lo más lejos posible pero sin emigrar, para trabajar en la orilla norte del río Tana, que delimita la frontera entre Finlandia y Noruega. Los dos trabajan en el centro sanitario, aunque su pareja actualmente está de baja por maternidad.
"Si decidimos venir aquí fue en parte por la aventura y también porque el salario bruto es casi el doble de lo que ganaríamos en Finlandia por el mismo trabajo", reconoce. Jocke Pikkarainen se dirige a sus pacientes y a algunos de sus compañeros en un noruego rudimentario pero en finés con Anu Saari, responsable del servicio sanitario. En este lugar trabajan no menos de cinco finlandeses. [[El centro sanitario de Tana Bru es un lugar muy cosmopolita: sólo la mitad del personal es de origen noruego]]. "Tenemos empleados de Filipinas, de Rusia, de Tailandia, de Canadá o de Estonia", explica Anu Saari.
Desafiar los obstáculos
Los sueldos del sector sanitario en Noruega atraen desde hace tiempo a los titulados finlandeses, y no pasa ni una semana en la que Anu Saari no reciba candidaturas procedentes de Finlandia. "En Noruega, los jóvenes no quieren estudiar medicina. Los tres turnos les asustan y además otros sectores ofrecen empleos mucho mejor pagados", explica. La demanda de empleo del extranjero es tan fuerte que los centros médicos noruegos tienen candidatos de sobra para elegir. "El dominio del idioma es un criterio fundamental. Es necesario hablar noruego o bien hacerse entender en sueco", comenta Anu Saari.
Jocke Pikkarainen no tuvo ningún contratiempo a la hora de acostumbrarse al idioma. Tampoco le costó trabajo cambiar su vida de estudiante de Turku por el día a día como padre de familia bajo el tranquilo cielo de Nuorgam. Sin embargo, tanto aquí como en Tana Bru, no hay muchas diversiones. El único restaurante del pueblo casi siempre está cerrado. Y los seis meses de oscuridad invernal podrían disuadir a más de uno. Pero parece que a Jocke Pikkarainen no le molesta nada de esto. "De hecho, el ambiente es bastante agradable. Aquí la naturaleza es increíble", afirma.
Efectivamente, el paso fronterizo entre Nuorgam [en Finlandia] y la población vecina de Polmak [en Noruega], es muy agradable. Para ser un lugar situado en el punto más al norte de la UE, que además marca la frontera de Finlandia con la OTAN [de la que Noruega es miembro], podríamos decir que este rincón es incluso acogedor.
A 200 kilómetros del Ártico
En la frontera, un cartel explica que la aduana está abierta durante el horario de oficina y que queda prohibido transportar mercancías sin la autorización especial fuera del horario de apertura.
Anne Länsman, responsable del desarrollo y de la vida económica dentro del municipio de Utsjoki-kyrkby [en Finlandia], explica que la fortaleza de la corona noruega y el coste de vida [mucho menor] en Finlandia hacen de Nuorgam un destino muy rentable para los noruegos."Por el mismo dinero pueden comprar más cosas que haciendo la compra en su país. El poder adquisitivo de los noruegos estimula nuestra actividad", añade.
No obstante, se pregunta si las empresas del sur de Finlandia son conscientes de que el Ártico está situado a tan sólo 200 kilómetros de Utsjoki. Y que Noruega ya había invertido miles de millones en su explotación. "[[Cuando comience a intensificarse la actividad en el Ártico, Utsjoki se encontrará en el centro de todo, a corta distancia, pero en la parte finlandesa]]. Para que Finlandia pueda beneficiarse de la proximidad del Ártico, me gustaría instar a las empresas a que inviertan aquí", explica.
Atraer a turistas finlandeses
Porque la región no va a poder depender eternamente del poder adquisitivo de los noruegos. La Laponia septentrional también debe beneficiarse del turismo finlandés, en opinión de Aslat-Jon Länsman. Con 26 años, es al mismo tiempo criador de renos, director general de la empresa familiar que produce especialidades locales, como el corazón de reno seco, encargado de un café en temporada alta y organizador de “estancias de aventura”, con diversas actividades como pesca de salmón, descubrimiento de la cultura lapona, inmersión submarina en el océano Ártico, cometas deportivas y esquí.
"Es todo un desafío hacer que la gente venga aquí en invierno", reconoce. A Aslat-Jon Länsman le preocupa que la mayoría de los jóvenes se marchen a estudiar y a trabajar al sur. Porque es difícil mantener en pie la cultura lapona si se tiran piedras sobre su propio tejado. "Es cierto, hay que luchar, pero hay oportunidades de sobra para los que se atrevan a lanzarse", asegura, como buen emprendedor.
¿Y la gente del lugar realmente es emprendedora? "No conozco a otros jóvenes empresarios aquí, en el sector. En la cooperativa somos tres criadores de renos de menos de 30 años". Según Aslat-Jon Länsman, los jóvenes lapones deben apostar por la cría de renos para asegurar la supervivencia de la cultura."La cultura lapona se basa en la cría de renos. Mientras que el finés tiene una o dos palabras para designar al reno, el lapón tiene 150 para describir al animal con todos sus matices”.