Il Cavaliere sigue al pie del cañón

Debilitado por los escándalos y por los motines de sus aliados, el presidente del Consejo italiano superó el pasado 14 de diciembre una nueva crisis política. Sin embargo, la prensa europea considera que es el pueblo italiano quien paga el pato.

Publicado en 15 diciembre 2010 a las 14:20

314 votos contra 311. El 14 de diciembre, Silvio Berlusconi superó por los pelos una moción de censura contra él presentada por la oposición en la Cámara de los Diputados. Ya antes había superado una moción de confianza en el Senado. “Berlusconi ha ganado, es cierto, pero las consecuencias de esta victoria deberían hacerle reflexionar”, escribe Sergio Romano en el Corriere della Sera.

El editorialista explica que el presidente del Consejo italiano tiene dos opciones a partir de ahora: “Pavonearse de su victoria, hundir a sus adversarios y seguir hasta el final de su mandato. Un margen de tres votos de ventaja no le protegerá contra los obstáculos que se adivinan, pero siempre podrá echarle la culpa a la oposición y representar el papel del líder traicionado. En este caso, el país se verá nuevamente condenado al espectáculo indecente del que hemos sido testigos los últimos meses: polémicas, peleas y ninguna atención dedicada a los problemas económicos y financieros que atravesamos. La otra posibilidad es recomponer una mayoría sobre nuevas bases”, empezando por una nueva ley electoral.

Un país sin sueños ni dirección

En la Repubblica, Barbara Spinelli estima que “la victoria del Cavaliere no es más que aparente, en buena medida. No sólo dispone de una mayoría débil, sino que debe hacer frente a dos partidos opositores de derechas (los centristas de la UDC y el FLI, el partido de su ex aliado Gianfranco Fini)”. “El último golpe ha salido mal, pero la crisis persiste de manera subterránea”, observa la periodista. “Bajo las apariencias se oculta la difícil pero inevitable caída del berlusconismo, a manos de las mismas personas que le llevaron al poder. Es como en Termidor”.

Barbara Spinelli pone en guardia sin embargo contra “el peligroso pensamiento positivo de Berlusconi” y su increíble capacidad “para nadar en las aguas de las campañas electorales”, que podrían permitirle frenar su caída y alcanzar la butaca de presidente de la República, su último objetivo personal.

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Pero mientras tanto Roma arde, lamenta indignado Mario Calabresi en La Stampa. En el Parlamento, “los políticos han tenido lo que esperaban desde hacía meses: gritos, cálculos y finalmente celebraciones”. En la calle, donde se manifestaban los anti-Berlusconi, todo fue “humaredas, explosiones, porras y cascos que recuerdan los años 70”. Más de 100 personas quedaron heridas.

“Estas imágenes de Roma dan miedo y demuestran la distancia que existe entre un mundo político atrincherado y un país a la deriva que a falta de sueños y objetivos se vuelve violento”, lamenta Mario Calabresi. “El mundo político debería mirar más allá de los incendios y ver una mayoría erosionada que ni siquiera es capaz ya de crear ilusiones. En lugar de eso, se encierra en sí misma y deja fuera no sólo a los manifestantes sino también al pueblo italiano”.

El declive generalizado de la democracia

“En lugar de acusar y criticar al hombre y a sus millones, ¿no sería mejor preguntarse si Berlusconi no es finalmente la metáfora de Italia, o cuando menos de una cierta Italia?”, parece responder Libération. El periódico parisino recuerda que “ha sido elegido tres veces por sufragio universal” y que “sus éxitos se cuentan por fracasos de la oposición. Como si en Italia no hubiera habido otra opción que no fuera el “Caimán” en 16 años. Ni a izquierda ni a derecha”.

Según El País, “El show [en el Parlamento] aumentará un poco más, si cabe, el descrédito internacional de la política italiana, y atizará dentro la creciente corriente de antipolítica que corroe ya las bases de esta democracia ex parlamentaria reconvertida en cuna del totalitarismo empresarial”. En este contexto, los actos violentos son “execrables, pero denotan un clima social en grave implosión”, señala el diario madrileño.

¿Pero es acaso Italia un caso tan singular? “Antes de pensar en rodear a Italia de un muro lo más alto posible y abandonarla a su suerte durante los cien próximos años, los demás europeos deberíamos preguntarnos si no asistimos a un declive de la democracia del que no están tan lejos los demás países”. “Sólo nos separan unos pocos escalones” de Italia, asegura Frankfurter Rundschau, para el que “no se trata sólo de ese país modelo para Europa —Francia—, que bajo Nicolas Sarkozy se parece cada vez más al ejemplo italiano. En toda Europa ganan terreno la despolitización y “frivolización” de la política”.

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