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El vals de los puestos

La designación del presidente de la Comisión, que probablemente tendrá lugar durante el Consejo Europeo de finales de junio, tan solo es la primera etapa de la renovación de los dirigentes de las instituciones europeas. Un baile político-diplomático que se produce entre las capitales y que tiene sus ritos y sus misterios.

Publicado en 24 junio 2014 a las 09:13

¿Cómo saber qué paso dar, ahora que ha comenzado el gran vals de la distribución de funciones en Bruselas? No existe una única estrategia factible. Esa es una de las conclusiones que se han podido sacar de una serie de entrevistas con funcionarios de la Unión Europea, embajadores o antiguos embajadores en Bruselas. La segunda conclusión es que las estrategias por sí solas no bastan. “La suerte y el azar también intervienen”, confiesa el antiguo embajador de un país miembro pequeño.

Analicemos la nominación de José Manuel Barroso para la presidencia de la Comisión en 2004. “Por entonces, los jefes de Gobierno se tiraban de los pelos. Reino Unido había impuesto su veto al candidato belga Guy Verhofstadt, y nadie se tomaba en serio a Chris Patten, el candidato británico. Los dirigentes se observaron entre sí y las miradas se dirigieron hacia el primer ministro portugués, Barroso. No era conocido, por lo tanto no era polémico, era cristiano-demócrata y su país podía prescindir de él. Se convirtió en presidente de la Comisión, sin hacer la más mínima campaña”.

La nominación del belga Herman Van Rompuy a la presidencia del Consejo de la UE en 2009 se encuentra en la misma categoría de sorpresas. En este caso, otros posibles candidatos también se llevaron una decepción: Tony Blair (demasiado dominador), Jean-Claude Juncker (despreciado en Francia), Jan Peter Balkenende (nada convincente). Así es como el insignificante Herman Van Rompuy, salido de ninguna parte y sin ninguna estrategia, se situó en primer plano. Bélgica difícilmente podía prescindir de él (desde hacía menos de un año dirigía este país en plena turbulencia política), pero este aspecto no cambió nada. Esa misma noche, para sorpresa de todos e incluso de ella misma, Catherine Ashton fue elegida Alta Representante de la Unión de Asuntos Exteriores. La británica ni siquiera había preparado unas palabras de agradecimiento.

“Las nominaciones ya no son una tómbola”

“El azar sí tiene que ver”, analiza un funcionario europeo con gran experiencia. “Pero las nominaciones ya no son una tómbola. Los jefes de Gobierno son demasiado controladores para limitarse a especular. Aunque no se cuente con todos los elementos, con una buena preparación se puede en cierto modo forzar el destino”.

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A los Estados miembros les convendría plantearse de antemano cuatro preguntas. ¿A quién quieren proponer, para qué puesto y cuándo deben probar suerte? La cuarta pregunta es la relativa al azar. Dada la naturaleza caprichosa del azar, es difícil de prever. Al responder a estas cuatro preguntas, pueden ejercer cierta influencia durante el ejercicio extremadamente complejo de la distribución de las funciones. El cubo de Rubik es un nimiedad en comparación con el rompecabezas que constituye la atribución de puestos en Bruselas.

Esta vez, la elección de un nuevo presidente de la Comisión es aún más complicada porque el Parlamento Europeo ha planteado a un candidato: el ex primer ministro luxemburgués Jean-Claude Juncker. Según el Parlamento, Juncker respondería a los deseos de los electores. Una afirmación que se puede poner en tela de juicio, pero que pone a los jefes de Gobierno entre la espada y la pared. Efectivamente, a ellos les corresponde proponer al presidente de la Comisión, pero el Parlamento es quien lo aprueba. De este modo, los diputados corren el riesgo de que cualquier persona que no lleve el apellido Juncker tenga que volverse a casa.

Cada vez son más los jefes de Gobierno que se arrepienten de haber animado al Parlamento, ya sea de forma activa (Angela Merkel, Mark Rutte) o pasiva, a que propusiera sus propios candidatos para la presidencia de la Comisión. “Es un nido de avispas”, opina Ben Bot [antiguo embajador de Países Bajos ante la UE]. Mientras, los jefes de Gobierno han encargado a Van Rompuy que encuentre un candidato que pueda contar con el apoyo general (tanto de los primeros ministros como de los diputados). Hay que evitar un baño de sangre; [[Bruselas no es un campo de tiro donde siempre haya un premio que ganar]].

Una píldora amarga

Por ello se comprende que Van Rompuy se esfuerce por que se traguen del mejor modo esa píldora amarga que muchos deben tomarse al proponer una variedad mayor de nominaciones a puestos de prestigio (su propia sucesión, la responsabilidad de Asuntos Exteriores, la presidencia del Eurogrupo) y un conjunto de prioridades políticas de las que deberá ocuparse el nuevo presidente de la Comisión. Habrá para todos y se llegará a un acuerdo para cada uno de ellos.

Otra oportunidad para que Van Rompuy, como antiguo político belga, demuestre estar a la altura de la misión que se le ha encomendado: preparar una propuesta. Las nominaciones para estos altos cargos son un ejercicio de equilibrista que impone tener en cuenta varios factores: tendencia política de los candidatos, tamaño del Estado miembro del que proceden, situación geográfica, si son antiguos o nuevos Estados miembros, si pertenecen o no a la eurozona, hombre o mujer. “La clave está en reunir las piezas que faltan del puzzle”, comenta un alto funcionario de la UE a las personas interesadas. “Eso significa que, en las próximas semanas, será necesario estar constantemente al acecho y en contacto telefónico con los miembros de su Gobierno”.

Desde que se designe al presidente de la Comisión, se iniciará la guerra para las demás carteras que custodian la administración de la Unión a diario. En este caso, al igual que en el amor, todo está permitido, o casi. Los interesados se adelantan a su turno, se propinan patadas por detrás, se tiran faroles y se hostigan entre sí. El esfuerzo merece la pena, porque el presidente tan solo está respaldado por 27 comisarios y no todo el mundo tendrá el privilegio de dedicar sus jornadas a algo útil. El próximo comisario de Ampliación tendrá ante sí cinco años apacibles. La cartera de Pesca está tan vacía como los mares y al comisario de Cultura y multilingüismo le conviene buscarse buenos pasatiempos.

Independientemente de la estrategia que se adopte, más vale no rezagarse. A finales de junio, los jefes de Gobierno se volverán a reunir en Bruselas y esperemos que Van Rompuy para entonces haya acabado de elaborar su propuesta sobre los puestos en el poder. Según un funcionario de la UE, “No conviene que la situación se eternice, de lo contrario será una vergüenza. Hace ya un mes que se celebraron las elecciones europeas. Es de esperar que, entre tanto, los 28 jefes de Gobierno responsables y el Parlamento Europeo hayan elegido al presidente de la Comisión. ¡La UE no es en absoluto como Bélgica o Países Bajos, donde se necesitan meses para formar un Gobierno!”.

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