Un evento sin precedentes se produjo ayer. Y, con suerte, puede ser un acto fundacional para Europa y Francia. Los líderes de los países de la UE vinieron para marchar junto a François Hollande y su predecesor Nicolas Sarkozy, mostrando su solidaridad con Francia después de estos actos terroristas. También estuvieron presentes muchos otros jefes de Estado, entre ellos los de Israel y Palestina, y los responsables al completo de las instituciones europeas.
Europa, tan a menudo criticada por no ser sino un gran mercado, ha demostrado ser un poco más que eso. Que debería ser mucho más que eso. Frente a la barbarie terrorista, súbitamente se acuerda de sus orígenes.
Si el proyecto europeo se lanzó hace sesenta años, fue para asegurar la paz y la democracia. [[Hoy Europa se enfrenta a nuevos desafíos, mientras que ve a su prosperidad sacudida]]. Como ha destacado Matteo Renzi, Europa tiene una moneda, pero tendrá que dotarse de nuevos instrumentos comunes para garantizar su seguridad (inteligencia, defensa ...), ya sea a sus puertas (Ucrania, Siria, Libia ... ) o dentro de ella. No hay duda de que necesitaremos más Europa, no menos, y no será algo fácil ... También que todos los países representados ayer hagan prueba de su determinación donde el terrorismo está enraizado, los mismos que han dejado Siria al abandono.
El acto puede ser fundador, o más bien refundador, de una Francia lleno de dudas y divisiones, sumida en una crisis que no acaba nunca. Una vez más, es frente al terror y el horror como los franceses recuperan la conciencia de los valores que hacen a Francia. El impacto internacional de esta increíble serie de asesinatos ha sorprendido al Hexágono. En la tierra de la Ilustración, la ejecución de los dibujantes de Charlie Hebdo adquiere un relieve muy diferente, como los ataques antisemitas que siguieron.
Cuando Angela Merkel, que ve Alemania dividirse sobre la inmigración, se dice impresionada por la reacción del pueblo francés, éstas no son sólo palabras. Esta excepcional apoyo mundial obliga a Francia a estar a la altura de lo que simboliza: una república donde las personas de todas las religiones y todos los orígenes forman una nación pluralista, laica, rechazando el racismo y el fanatismo. Pero alcanzar esto va a exigir un fuerte compromiso.
Al día siguiente de un fin de semana regenerador, despertarse va a ser difícil. Las polémicas reaparecerán. Gobierno, electos de todos los colores y líderes religiosos debe estar a la altura de las expectativas. El imperativo de seguridad debe llevar a soluciones eficaces para rechazar las propuestas demagógicas que no tardarán en florecer. La izquierda debería ser pragmática y prohibir todo tipo de "buenismo". La derecha tendrá que ser una fuerza de oposición constructiva, impermeable a los excesos extremistas. ¿Optimismo a ultranza? En circunstancias excepcionales, respuestas excepcionales.