Votos nacionales, impacto europeo

Se trate del Reino Unido o de Grecia, las elecciones nacionales al filo de la navaja parecen decidir la suerte de la UE. Pero más bien correspondería a los europeos pronunciarse en las urnas, si las instituciones europeas funcionaran más democráticamente.

Publicado en 20 mayo 2015 a las 08:34

Después de las elecciones británicas, el gran tema en los próximos meses será un referéndum sobre la pertenencia del Reino Unido a la Unión Europea. Esto sigue a otro tema importante desde principios de este año, la posible salida de Grecia del euro después de las elecciones legislativas en las que el partido Syriza accedió al gobierno. En ambos casos, existe un punto en común: una elección nacional de la que se habla... mucho más que de las últimas elecciones europeas.
Las elecciones legislativas y presidenciales son siempre momentos importantes para los ciudadanos de un país. Desde el punto de vista europeo también son muy importantes porque vemos aparecer (o no) nuevos actores políticos en la mesa del Consejo Europeo, lugar de encuentro de los representantes de los Estados. Tanto más más porque actualmente es en el seno del Consejo donde se están decidiendo las principales cuestiones políticas en la Unión Europea. Sobre todo porque la Comisión se niega a convertirse en un gobierno responsable ante una mayoría en el Parlamento Europeo.
Cuando François Hollande fue elegido en Francia, la prensa francesa titulaba que "quiere cambiar la dirección tomada en Europa". Así sucedió también respecto a Alexis Tsipras en Grecia. "Europa se verá obligada a moverse", se leía. La Unión Europea siempre termina por moverse, pero al ritmo lento de una democracia internacional que requiere el acuerdo de todos. Al final, no hubo revolución política en Europa. Ni siquiera cuando fue reelegida Angela Merkel.
Una impresión equívoca
Por lo tanto, las elecciones nacionales no deciden realmente lo que pasa en Europa, pero todavía dan esa impresión a los ciudadanos del continente. Como si pasara algo que fuera a cambiarlo. Los medios de comunicación casi han hablado más de las elecciones británicas y griegas que de las elecciones europeas del año pasado. Y los ciudadanos respondieron a ello. A través de la voluntad de los votantes de otro país, se expresaba el deseo de una Europa diferente. Con la gran ventaja de que todo el mundo lo interpretaba a su voluntad.
Por ejemplo, en Francia, la victoria de Syriza fue celebrada por el Frente de Izquierda, de extrema izquierda y por ...el Frente Nacional de Marine Le Pen en la extrema derecha. En ambos casos, cada uno afirmaba que "era una victoria de los pueblos europeos frente a Bruselas". Un poco como en Irlanda en 2008, cuando los votantes rechazaron el Tratado de Lisboa, incluso aunque seguidamente nadie se adjudicara la victoria de los pueblos europeos cuando Irlanda finalmente votó Sí con posterioridad.
Resulta interesante ver todas estas batallas políticas desde la lejanía. Pero también [[es lamentable que no haya batalla política europea real. Porque hablar de Europa sólo una perspectiva nacional no es Europa]]. La democracia europea no puede limitarse a veintiocho debates nacionales, realizados a lo largo de varios años. Los británicos deciden por sí mismos si todavía quieren estar en la aventura europea, es algo que parece justo (aunque extrañamente había muchos que se negaban a este extremo para los escoceses).
Sin soberanía europea completa
Que los griegos decidan que Europa debe ser más social o los alemanes decidan que el camino a seguir es la austeridad, no es democracia. Sería mucho más sencillo que los votantes de todos nuestros países optaran por una u otra cosa en las elecciones europeas. En lugar de ello, permitimos que nuestro futuro se decida a puerta cerrada en los debates del Consejo Europeo entre nuestros representantes, ciertamente elegidos, pero sin mandato claro sobre la política que debe marcar Europa. Algo así no lo aceptaríamos a nivel nacional o local.
Con el pretexto de respetar la soberanía nacional, la UE evita el ejercicio de la soberanía europea completa. Pero al hacer esto, tampoco respetamos la voluntad de los ciudadanos de cada Estado miembro. La soberanía nacional ni siquiera es, por tanto, respetada: Hollande hizo creer que iba a renegociar el pacto fiscal en 2012. No ha sucedido así porque Francia en el Consejo Europeo es un Estado con el mismo rango que los demás y el pacto fiscal fue necesariamente el resultado de un compromiso. Su elección cambió 1/28 del acuerdo, nada más.
Supongamos que todo ha cambiado en Europa con el ascenso al poder de Syriza: ¿En qué habría sido esto democrático bajo el punto de vista de los ciudadanos europeos que viven en otros países? Aceptamos que la elección nacional decida el destino de un país. Ya es hora de que hagamos lo mismo para los asuntos europeos con la UE. No le corresponde a una parte de los ciudadanos nacionales decidir nuestro futuro común, sino a todos los ciudadanos europeos.

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