Durante una jornada internacional por la eliminación de la violencia contra las mujeres, en Roma.

Las mujeres dicen “¡basta!” a Berlusconi

La escritora Dacia Maraini explica que, el 13 de febrero, las mujeres se van a manifestar para reclamar el respeto a su dignidad, para demandar más igualdad y denunciar la degradación de su imagen, expuesta por los recientes escándalos sexuales alrededor de Silvio Berlusconi.

Publicado en 11 febrero 2011 a las 15:37
Durante una jornada internacional por la eliminación de la violencia contra las mujeres, en Roma.

El próximo 13 de febrero, las mujeres se harán a las calles para manifestarse. En toda Italia. La noticia se extiende en Internet como la pólvora, mientras que los periódicos apenas la mencionan. Internet parece haberse convertido en la herramienta de difusión de la información más libre y más rápida. Efectivamente, la Red es lo que ha permitido a miles de personas reunirse en la calle para protestar contra el despotismo arrogante del gobierno egipcio.

¿Qué es lo que reclaman hoy las mujeres italianas? Paradójicamente, en un país que se considera libre, demandan los mismos derechos que la juventud tunecina y egipcia: libertad de expresión y pensamiento, más democracia, un mejor acceso al mundo laboral y la guerra contra la corrupción. En Italia, uno de los países más desarrollados del mundo, asistimos, ante la indiferencia general, a una creciente desvalorización de las ideas y la voluntad de las mujeres, así como a la presión para que las mujeres vuelvan al hogar; por su parte, las mujeres pierden cada vez más sus trabajos y su prestigio. Italia es el país de Europa en el que las mujeres trabajan menos fuera de casa. También es el país en el que, a pesar de algunos casos destacados, la representación de las mujeres en las instituciones y en los centros de poder se reduce más año tras año.

Las mujeres, presas fáciles

En la mentalidad de las generaciones jóvenes, la valoración de las personas y la meritocracia han sido sustituidas por una idea mercantil de las relaciones humanas. Sugerimos a los hombres jóvenes que desarrollen sus capacidades intelectuales para venderse enseguida en los mercados globalizados. A las mujeres jóvenes, puesto que al contrario que las competencias, el cuerpo sexuado se estropea con el tiempo, se les aconseja que vendan rápidamente y a buen precio la única cosa que seguirá teniendo más valor en el mercado: un cuerpo listo para consumir. ¿No es una incitación sutil, obsesiva y monstruosa a la prostitución femenina?

Dejemos las cosas claras: esta situación ya existía en la época de Tolstoi. El gran escritor ruso tuvo la valentía de escribir, tanto en sus novelas como en sus ensayos, que el matrimonio tan sólo es un mercado de ganado, en el que los cuerpos de las jóvenes se venden al mejor postor. La consecuencia fue que se sacrificaron varias generaciones de talentos y de capacidades extraordinarias y se mutilaron mentes y corazones cualificados. A nadie le preocuparon esos sacrificios. Pero, en aquella época, la familia se desvivía para responder a las necesidades de los jóvenes, a sus aspiraciones de libertad. Actualmente, la cultura de mercado es la que ha asumido esa función, algo que se ve sobre todo a través de las seducciones artificiales de la televisión, de la moda y de gran parte del cine.

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No es casualidad que las mentalidades mercantiles vayan acompañadas de la elección poco democrática de un jefe carismático. Wilhelm Reich, en su ensayo sobre la psicología de masas, expone muy bien la relación entre miedos, ilusiones, odios y frustraciones que se encuentran en el origen de todas las tentativas de imponer un régimen autoritario. Las mujeres son las primeras que se dejan embaucar. Su necesidad histórica de contar con un jefe, interiorizada a base de recibir golpes reales y simbólicos, las transforma en presas dóciles. Sin duda, los jefes y los manipuladores sin escrúpulos del mercado mundial se basan en este aspecto.

Contrapunto

Una cruzada moralizante

"No estoy de acuerdo": Panorama dedica su portada a "las mujeres que no se manifestarán" el 13 de febrero, porque "la dignidad de las mujeres se conquista día a día. Sin eslóganes moralizantes ni segundas intenciones políticas". Desde las páginas del semanario de la familia Berlusconi, el efervescente director de Il Foglio Giuliano Ferrara, impulsor de una contramanifestación"contra el neo-puritanismo hipócrita", acusa "al encuentro del moralizador fanático con el juez de instrucción y una clase de magistrados acostumbrados a despreciar la política y a declarar la guerra a los electos" de ser "la enfermedad mortal que sufre Italia". En el Corriere della Sera, la escritora Maria Nadotti se muestratambién en contra de la manifestación del 13 de febrero, pues la considera "una forma de racismo, de sexismo y de esnobismo: las mujeres que se sacrifican acostándose temprano, contra las que se acuestan con el jefe; la moralidad contra la apatía; las almas contra los cuerpos". Ahora bien, señala, "los hombres y las mujeres están constituidos por estos dos elementos. La contradicción está en nosotros y malditos sean los que nos dividen, enfrentándonos los unos a los otros".

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