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Es el momento de que Europa actué contra el cambio climático

Los europeos pueden sentirse inspirados por la política del presidente estadounidense Barack Obama a la hora de reducir las emisiones de carbono, al centrarse en las políticas adecuadas y en su aplicación, en lugar de establecer objetivos ambiciosos que podrían no alcanzar, afirma el fundador de Climate Answers.

Publicado en 1 diciembre 2015 a las 22:31

En diciembre los líderes del mundo se reunirán en París para la cumbre anual del clima de la ONU, que este año coincide con el 11º período de sesiones de la reunión de las partes del Protocolo de Kyoto. El presidente estadounidense, Barack Obama, estará presente, al igual que el presidente de China, Xi Jinping. El canciller francés, Laurent Fabius, presidirá la cumbre.

Pero parece probable que esa será la principal contribución europea a la discusión. A la UE le gusta decir que es líder en el cambio climático, pero en realidad va por detrás de otros. Esto es malo para la acción internacional sobre el clima, pues Europa sigue siendo un importante emisor de gases de efecto invernadero. También es malo para 'el proyecto europeo'. La contaminación no se detiene en las fronteras nacionales, por lo que las políticas de lucha contra la contaminación son mucho más eficaces en ámbito continental que en el de los Estados-nación.

Es cierto que Europa ha sido en el pasado líder en las negociaciones internacionales y el establecimiento de objetivos. La UE asumió el mayor objetivo de reducción de gases de efecto invernadero en el Protocolo de Kyoto de 1997. Y Europa llevó al mundo a establecer un sistema de comercio de emisiones (ETS) supranacional. Pero los resultados de la descarbonización han sido muy pobres, y el precio del carbono fijado por el ETS es tan bajo que es poco más que una hoja de parra.

Enfoque ascendente
Las negociaciones de París probablemente darán lugar a un acuerdo. Los gobiernos proclamarán que se ha dado un importante paso adelante; Las ONG la condenarán a otro fracaso; las empresas tendrán señalar que el acuerdo no muestra claridad sobre la política futura. La cumbre de París se celebra bajo la Convención Marco sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Un foro de la ONU no es el mejor lugar para establecer la política, y la CMNUCC ha en cualquier caso adoptado un enfoque ascendente en el que los firmantes de la convención (incluyendo la UE y sus Estados miembros) dicen lo que están dispuestos a hacer para reducir las emisiones. Este enfoque ha sido elegido debido a que el presidente de Estados Unidos podrá así ratificar el acuerdo sin tener que pasar por el Congreso - y las posibilidades de que el Senado de Estados Unidos ratifique un tratado internacional sobre el clima en la actualidad son cero.

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El presidente Obama se refiere a la acción climática como una parte importante de su legado, y por tanto también la aplicación de políticas climáticas y energéticas ambiciosas. En su primer mandato trató de introducir un sistema federal de comercio de límites máximos, pero no pudo sacar adelante su propuesta en el Congreso. Así que en su lugar se está utilizando la Ley de Aire Limpio de 1970 para regular la contaminación de las centrales eléctricas. Se aprobó dicha ley para hacer frente a la contaminación del aire tóxico. Pero la Corte Suprema de Estados Unidos ha dictaminado que los gases de efecto invernadero son también contaminantes, por lo que pueden ser regulados por la Ley de Aire Limpio. Por lo tanto, Obama ha ordenado dicha regulación a la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos. Canadá y el Reino Unido ya tienen regulaciones que prohíben las nuevas centrales eléctricas de carbón sin captura y almacenamiento de carbono. Las regulaciones de Estados Unidos harán lo mismo, pero también impondrán la normativa a las centrales eléctricas de carbón existentes, por lo que la mayoría de ellas tendrán que cerrar.

Con su enfoque en la política y en su aplicación en lugar de privilegiar la fijación de objetivos, el presidente Obama es el líder mundial con el enfoque más eficaz para la acción climática. Es hora de que la UE siga el liderazgo de Obama. La Comisión debería proponer un reglamento para limitar la cantidad de gases de efecto invernadero cuya emisión se autoriza a las centrales eléctricas por unidad de electricidad generada. El Consejo y el Parlamento deberían en ese momento adoptar la normativa.

Intentos bloqueados
En un mundo ideal, un precio del carbono lo suficientemente alto como para cerrar las centrales eléctricas de carbón (a menos que tengan captura y almacenamiento de carbono) y para canalizar la inversión en fuentes de energía bajas en carbono sería el mejor enfoque. Pero no vivimos en un mundo ideal. Jacques Delors propuso un impuesto sobre el carbono/energía en la década de 1980, pero la propuesta fue rechazada por motivos de subsidiariedad por los Estados miembros, encabezados por el Reino Unido. En cambio, la UE introdujo el ETS. Los intentos de fortalecer este enfoque y ofrecer un precio del carbono significativo han sido bloqueados, de nuevo, en parte debido a las preocupaciones de subsidiariedad. La fiscalidad es un asunto de los gobiernos nacionales. El comercio de emisiones es un mecanismo de mercado, no es técnicamente un impuesto. Pero los intentos de hacer efectivo el precio del carbono son condenados por los políticos en los países euroescépticos como rastrero federalismo fiscal. Durante las negociaciones que condujeron a la Directiva de Comercio de Emisiones de 2008, el entonces primer ministro británico, Gordon Brown, envió una carta de advertencia a la Comisión, denunciando que sus propuestas se parecían demasiado a impuestos. Así que la Comisión las guardó en un cajón. Y la ETS sigue siendo una hoja de parra.
En la política climática, como en la política en general, no tiene mucho sentido hacer lo mejor inalcanzable enemigo de lo bueno alcanzable. Llegar a una regulación efectiva resulta más lógico que buscar a toda costa un precio del carbono significativo.
La UE ha llevado a cabo importantes reducciones en la contaminación del aire tóxico de las centrales mediante la regulación: la Directiva sobre grandes instalaciones de combustión, Directiva de la Prevención y Control Integrados de la Contaminación y la Directiva Industrial sobre emisiones. La última de ellas debe modificarse para que incluya normas de rendimiento de emisiones - un límite en la cantidad permitida de gas de efecto invernadero emitido por unidad de electricidad generada. Esto supondrá una reducción significativa de la contaminación.
También podría resultar en una central eléctrica de carbón o de gas a gran escala con captura y almacenamiento de carbono. En 2008, la UE prometió que de diez a doce de tales centrales serían operativas en 2015. No hay ninguna. La lección es clara. El tiempo de las promesas y de los objetivos ha pasado; ahora es el momento de los resultados.

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