El programa “¡Regresad, talentos!” pretende que, en 2011, al menos un 25% de los 200.000 estonios que hoy residen en el extranjero vuelvan a su país. Diseñado por el presidente estonio, Toomas Hendrik Ilves, y con un coste de 125.000 euros, el programa plantea serias dudas. ¿Es un acierto, o más bien una broma? Cada talento saldría a 5.000 euros, equivalentes a seis meses de salario medio en Estonia.
En Finlandia, las alusiones a “Talentos, regresad” despiertan una reacción poco entusiasta entre los estonios que viven en el país. No porque no sueñen jamás con regresar a su tierra, sino porque la palabra ‘talentos’ no les ha sentado bien. El término ha molestado a mujeres de la limpieza, obreros de la construcción y conductores de autobús. Les parece que la llamada de la patria va dirigida a los estonios talentosos, a los genios, pero no a la mano de obra, ya sea cualificada o no.
No es la primera vez que determinados estonios emigrados se sienten ofendidos. La primera fue cuando tuvieron que abandonar a sus familias para labrarse una vida como trabajadores extranjeros, no necesariamente fácil, a causa de la falta de empleo para ellos en su país.
Los estonios residentes en el extranjero se burlan del programa
“Esta campaña no tiene buena reputación”, afirma Tiina Pintsaar, jefa de redacción adjunta del diario Eesti Päevaleht de Suecia [éste no tiene nada que ver con el rotativo Eesti Päevalht de Tallin, en el cual ha aparecido este artículo]. “Aquí nadie piensa que una campaña vaya a lograr que la gente regrese, menos aún cuando el trabajo escasea en Estonia”. Según esta profesional, los estonios susceptibles de volver son los que viven en Suecia desde hace unos meses, quizá un año, y que todavía tienen amigos en Estonia.
Pero vayamos más lejos. Dannar Leitmaa, periodista de Eesti Päevaleht, ha constatado durante su reciente viaje a Australia que los estonios residentes allí se burlan completamente del programa. Al parecer, hay dos tipos de jóvenes estonios en Australia: los que ya trabajaban en negro en su país, que son los que más han sufrido la crisis, y los formados que, por una razón u otra, no han querido seguir trabajando en Estonia. “Cuando oigo hablar de esas absurdidades en Estonia, pueden proponerme lo que quieran, que preferiré quedarme aquí”. Lo dice una joven estonia que cuenta con un máster y que dejó un buen trabajo en su país para servir mesas en Australia.
Para los estonios que abandonaron su tierra tras la Segunda Guerra Mundial, las fuentes de información más importantes eran los diarios estonios locales. Para los de hoy, la fuente primordial es Facebook. En la red social, los estonios de Australia, Dublín, Holanda o Italia se organizan en grupos. Mi idea de iniciar un debate con ellos en torno al programa ha hallado el silencio como única respuesta.
Posibilidades nulas de éxito
“No quiero trazar una línea entre los que tienen talento y los que no”, ha afirmado Ahto Rebas, asesor del Ministerio de Educación y Ciencia y representante del consejo de los estonios en el mundo. Rebas confía en que la campaña se perciba como un mensaje simpático de Estonia hacia sus compatriotas en el mundo para decirles que todos son apreciados. Sin embargo, admite que las posibilidades de que el Gobierno estonio logre hacer regresar a la gente son muy modestas, por no decir nulas, a menos que por un mismo trabajo, el sueldo en Estonia sea el triple que en otros lugares.
Según este asesor, aunque los estonios emigrados no regresen definitivamente, es importante que conserven su condición de estonios, mantengan contactos con su país y se organicen en el extranjero. Para que así sea, Ahto Rebas ha creado un sitio en Internet con la ayuda del Ministerio de Educación: “Los estonios en el extranjero” contiene información de unas 600 organizaciones de estonios más allá de sus fronteras.
Abandonar el país de origen puede ser un lastre para las personas. En lugar de tranquilizar, una llamada patriótica —“¡Talentos, regresad ahora mismo!”— puede generar confusión. El mensaje más importante a comunicar debería rendir homenaje a los que han tenido el coraje y la inteligencia de partir en busca de la solución a sus problemas [económicos], en un momento en que su país estaba en plena crisis y no era capaz de ayudarlos.