Malta. Entrada al hangar de Hal Far.

En los campos de los olvidados

Después de Lampedusa en Italia, Malta es el destino por el que más optan cientos de africanos que huyen de los combates en Libia. Pero aquí, Europa cobra el aspecto de un hangar insalubre donde se hacinan con la esperanza de obtener un improbable asilo político. Un reportaje de la situación.

Publicado en 9 junio 2011 a las 14:48
Olmovich  | Malta. Entrada al hangar de Hal Far.

Enclaustrados a su llegada en centros cerrados, los exiliados identificados como "vulnerables" se reparten por los centros de acogida abiertos. Uno de ellos se reserva a las familias. El lugar se llama Hal Far y se encuentra al final de una línea de autobús, aislado de comercios y de las viviendas normales, en las inmediaciones de las pistas de un aeropuerto abandonado. Allí se concentra una treintena de familias a la espera de protección internacional. En este lugar, el aire es a menudo húmedo, asfixiante en verano y glacial en invierno.

Dawit, un etíope de 35 años, que salió de Trípoli con su mujer y su hijo de dieciséis meses, forma parte de los desafortunados residentes del hangar. *"Agradezco a las autoridades maltesas porque salvaron mi embarcación del naufragio y porque nos acogen", comienza diciendo. "Pero hay que decir que este lugar es horrible, realmente horrible.Procedemos de Somalia, Etiopía, Eritrea, algunos de Gana y otros de Argelia.Aquí sólo hay familias con niños.El más pequeño tiene un mes y medio.También hay una mujer que dio a luz al llegar.*La sacaron del centro de detención y cuando el bebé nació, los volvieron a traer al centro".

"Un médico italiano lloró al verles"

"Todos estamos agotados", continúa. *"¿Y dónde nos han metido?En este hangar, donde todo está sucio y es peligroso.No tenemos luz:sólo hay dos fluorescentes para todo el lugar y no hay nada para alumbrarse en las tiendas.Las superficies están impregnadas de aceites, las evacuaciones de agua no funcionan bien, hay ratas corriendo por todos los sitios.Todo esto es tóxico.Los bebés se tocan la boca, los ojos, sufren infecciones, se ponen enfermos.Hay que llevarles constantemente al hospital.Hemos visto a un médico italiano llorar al verles.La última vez que tuve que ir a buscar medicamentos para mi hijo a la farmacia tuve que pagar 39 euros.Esto no puede continuar así.Y además, llega el verano.Con el calor, va a ser insoportable.*Estamos agradecidos, pero este lugar no es el indicado para los seres humanos".

Dawit lo repite, no tenía intención de venir a Europa. Este profesor de inglés se vio obligado a embarcarse para huir de los combates, pero también de la violencia que sufren los africanos subsaharianos. Entre los padres de familia que han corrido la misma suerte que él, se encuentra un estudiante de medicina, un ingeniero informático y un traductor. Algunos habían dejado su país de origen a raíz de las persecuciones e incluso habían obtenido el estatus de refugiado. Todos tenían proyectos de vida en Libia. Y todos han rozado la muerte en su periplo a través del Mediterráneo.

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"Los niños enferman unos tras otros"

Desde el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) hasta las asociaciones humanitarias que han acudido al lugar, los testimonios coinciden. En el hangar, las tiendas distribuidas por la Cruz Roja suiza se alinean en tres filas de diez tiendas. En ellas se hacinan alrededor de 150 personas, incluidos bebés, agrupados por familias. Alrededor de este edificio se han instalado contenedores provistos de 16 literas cada uno, donde se alojan (separados) los hombres y las mujeres que se encuentran solos.

Céline Warnier de Wailly, miembro de Jesuit Refugee Service (JRS), una asociación de asistencia jurídica y social presente en Malta junto a los refugiados comenta: *"Los niños enferman unos tras otros.Se convierte en una situación crónica y grave", insiste. "Cuando se instalaron las primeras familias en el lugar, su reacción fue decir que preferían volver al centro de detención.He visto a compañeros llorar al distribuir agua, leche, cochecitos o mantas.*Y son personas que están acostumbradas a ver cosas horribles".

Esta situación se repite también en lo que las autoridades locales y los refugiados denominan Tent Village, el poblado de las tiendas, a unos cientos de metros del hangar. Se trata de grandes tiendas instaladas a cielo abierto, en parte destruidas por las borrascas de febrero. Incluso cuando están en buen estado, no protegen bien de la lluvia y el viento, tal y como constata ACNUR.

"Las autoridades organizan la penuria para incitar a la gente a marcharse"

"En el hangar y en el Tent Village, las condiciones son inferiores a los estándares aceptables, sobre todo para las familias con niños", indica Fabrizio Ellul del ACNUR en Malta, empleando el lenguaje administrativo propio de las organizaciones internacionales. "Los equipos sanitarios y las condiciones de vida no son las adecuadas para estas estancias tan prolongadas y estos centros nunca se han ideado para personas vulnerables", añade.

De hecho, ni el hangar, ni las tiendas habían albergado hasta ahora a familias. Incluso se habían cerrado en los últimos meses, cuando dejaron de llegar embarcaciones. Porque el acuerdo migratorio firmado entre Italia y Libia al final produjo sus frutos. "Durante un año, aparte de una embarcación el pasado mes de julio, no se produjeron llegadas", destaca Maria Pisani, de la ONG Integra Fondation y especialista en cuestiones de asilo en Malta. También opina que la situación en Hal Far es insostenible. Debido al aislamiento geográfico de los refugiados, denuncia la "creación de un gueto". "No hemos aprendido la lección de los años pasados", opina. "No se ha hecho nada para mejorar los equipos. Las condiciones incluso han empeorado".

"En lugar de contemplar la posibilidad de crear instalaciones o la integración en el lugar, las autoridades maltesas se han basado en la reinstalación o la reubicación en otros países europeos u occidentales. Esa es su estrategia. Organizan la penuria en los edificios para incitar a las personas a que se marchen en lugar de quedarse". En otras palabras, Malta se basa en la urgencia para evitar que se instalen los recién llegados y obligar así a sus socios europeos a acogerles.

Contexto

Malta e Italia, solas ante la ola de refugiados

Desde el inicio de los bombardeos "aliados" en Libia, ha dejado de funcionar la política "*push-back policy*" de expulsión de los inmigrantes. Muamar El Gadafi advirtió que sus guardacostas ya no les detendrían, como venían haciéndolo desde el acuerdo italo-libio de agosto de 2008, con lo que se reavivó el fantasma de la invasión. Malta, al igual que Italia, señala la falta de medios financieros y la ausencia de solidaridad europea en lo que los países de la UE denominan el "reparto de la carga" del asilo. A pesar de los combates en los que la mayoría participan, los Estados miembros de momento no han activado el procedimiento excepcional llamado de protección temporal, adoptado en una directiva de 2001 y jamás aplicado. Su fin es ofrecer a los refugiados "una protección inmediata y acogida en el territorio".

La consecuencia es que, por una parte, las autoridades maltesas e italianas siguen estando solas a la hora de gestionar las llegadas; por otra, pueden seguir negando el estatus de refugiado, puesto que las personas deberían haber vuelto a su país de origen. Por ello, los etíopes como Dawit, tienen pocas posibilidades de obtener el asilo, a diferencia de los que proceden de Eritrea, Somalia y los sudaneses de Darfour, para los que el ACNUR ha dado recomendaciones explícitas de protección. Carine Fouteau, Médiapart (París).

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