"¡Adelante !", grita un hombre tocando su tambor sin detenerse ni un minuto. "¡Todos adelante !". El resto de la orquesta, que recuerda a la del Titanic, sigue tocando música a pesar de la gresca que hay montada alrededor.
Eso ocurría en el momento en que la Plaza Syntagma (Constitución) estaba repleta de gente, al igual que las calles y callejuelas adyacentes. Los gases lacrimógenos de la policía caían como la lluvia en un ambiente que se volvió eléctrico gracias a una multitud muy organizada. Las explosiones atronaban, lo mismo que las sirenas de las ambulancias, que iban y venían permanentemente para recoger heridos. En cada pequeño grupo donde estallaban las riñas podía escucharse : "Se-gu-ri-dad".
Cráneos abiertos, cadenas humanas
En el centro de la plaza, los manifestantes habían formado varias cadenas humanas para impedir los disturbios. Numerosos adultos aparecían con el cráneo abierto y eran evacuados, mientras que algunos menores de edad circulaban con mascarillas de gas demasiado grandes para sus pequeñas cabezas. Megáfonos en mano, los organizadores llamaban a la gente a reagruparse y a quedarse en la plaza a pesar del alboroto.
"No nos iremos de aquí. ¡Es nuestro día !" , gritaban. A medida que los enfrentamientos se hacían más violentos, se pedía no ceder a la presión de la policía y no romper la cadena humana. "Cualesquiera que sea el número de gases lacrimógenos que nos arrojen, nos quedaremos aquí. Es la plaza de la revuelta popular, de la democracia, de allí donde nace la esperanza".
La turba también acudió a la cita en Tesalónica, en Patras y en ciudades más pequeñas como Lamia o Larissa, en Creta, o en islas como Corfu o Samos. Por todas parte, los griegos estaban en las calles. Los agricultores con sus tractores, los comerciantes, los estudiantes, los escolares, los jubilados. El levantamiento es masivo y el malestar político, palpable. Esta vez no se detendrán aquí: la cita es el próximo domingo 19.