Glastonbury, la torre de Saint Michael. Foto de Soundslogical.

Misticismo, drogas y rock'n'roll

Glastonbury no sólo es conocida por sus festivales de artes escénicas. Peregrinaje, espiritualidad, drogas, naturaleza… desde la década de los setenta, esta ciudad sobre la isla imaginaria de Avalón acoge a todo tipo de visitante que busque un sentido a la vida.

Publicado en 13 agosto 2009 a las 15:29
Glastonbury, la torre de Saint Michael. Foto de Soundslogical.

Desde que los adeptos de la meditación se instalaron en la ciudad en los años setenta, Glastonbury es la capital new age europea. Año tras año, el Festival de las Artes Escénicas que se celebra todos los veranos transforma esta pequeña ciudad en la fiesta pop al aire libre más grande del mundo. Las entradas al Festival se venden todos los años incluso antes de que se conozca el programa. Glastonbury también propone otros tipos de festivales de estilo hippy, como la semana del Tíbet, con los monjes del monasterio de Tashilhunpo como invitados especiales.

El paisaje de Somerset, repleto de leyendas, es sinónimo de misticismo. Según la leyenda, Glastonbury está construida sobre la isla de Avalón, en medio de los pantanos epónimos. La santa colina de Glastonbury Tor atrae a peregrinos desde la Edad de Piedra y la osamenta del Rey Arturo se habría descubierto en el siglo XI en una capilla de la abadía, actualmente en ruinas.

El negocio de la espiritualidad

Además del turismo de peregrinaje, los consejeros espirituales constituyen uno de los motores económicos de la ciudad. Todos los días, los gurús garantizan curaciones milagrosas en los numerosos centros espirituales. Y los que crean que no basta con la cordura de los vivos, pueden acudir a los videntes que presumen de sus dones en High Street. Algunos parecen haber salido directamente de los libros de Harry Potter, como la médium Emma Howe, muy conocida entre los telespectadores británicos. Aparece maquillada de negro, con el rostro pálido, los ojos brillantes y la voz melosa.

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La Madre Naturaleza es otro aspecto de predilección entre los visitantes. En Glastonbury, podemos pasar días explorando sus misterios. Las librerías proponen multitud de libros especializados, desde un manual de esoterismo hasta un grimorio. Los turistas inocentes que se toman una copa en una de las terrazas de Market Place, en el corazón de la ciudad, cerca de la abadía, se sorprenden al ver los dientes que les faltan a los hippies de cierta edad. La difusión del crack sin duda plantea muchas dificultades a los dentistas de Somerset.

"Glastonbury presenta dos caras", explica Dave, que trabaja en verano en Glastonbury Backpackers, un hotel en Market Place. "Todo el mundo puede hacer lo que le plazca y ser quien quiera ser. Pero para muchas personas, las drogas tienen un papel primordial. Aquí se consume todos los días ketamina y sobre todo heroína. La otra cara de la moneda es que Glastonbury atrae igualmente a mucha gente que no tiene dominio de sí mismo en este aspecto".Por su parte, Dave viene aquí por el ambiente único del lugar. "Para que se hagan una idea de cómo son los habitantes de Glastonbury: el ayuntamiento quería ofrecer Wifi e Internet gratuita en el centro urbano. Pero muchos de sus habitantes se opusieron porque temían que las ondas interfirieran con las del cerebro, como si fuera un horno microondas. El resultado es que dejamos de conectarnos a Internet".

La llamada de los espíritus

Además de la literatura y las drogas, los esfuerzos también son una fuente de reflexión. Todos los turistas suben el sendero que lleva hacia Glastonbury Tor. Esta colina y su campanario del siglo XI, la Torre de San Miguel, se elevan a 156 metros sobre el paisaje atormentado. El mejor momento para visitar la colina Tor es por la mañana temprano, con la salida del sol, antes de la invasión turística que llega en autobuses. Unos grajos esperan bajo el porche iluminado por la luz del sol naciente. Sus graznidos predecirán el futuro.

El origen exacto de Glastonbury Tor, cómo no, también es un misterio. Puede que se encuentre en la erosión por el agua y el viento de la tierra que lo rodea. Lo que queda alrededor de la colina Tor son los pantanos infinitos, en inglés los Avalon Marshes, donde la Dama del Lago habría ofrecido al rey Arturo su espada. Hacia las seis de la mañana, un grupo de peregrinos se reúne en la cumbre. Uno de ellos se pone a practicar Tai Chi, otro se coloca en medio del pórtico, cierra los ojos y hace un llamamiento a los espíritus: "Es muy fácil entrar en contacto con el mundo de los espíritus", comenta este habitante, creador además de unos zapatos con gafas muy "fashion". "Vengo aquí todos los días para pedirles consejo. Quizás encuentre una pequeña indicación sobre el camino a seguir en mi trabajo diario".

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