Monumento del ejército soviético en Sofía, 18 de junio de 2011.

La memoria multicolor

A mediados de junio, una serie de artistas anónimos transformaron en súper héroes a los soldados soviéticos de un monumento de Sofía. Más allá de la farsa que irrita a las autoridades, este gesto suscita la cuestión de las relaciones entre el poder, el arte y la historia.

Publicado en 8 julio 2011 a las 14:14
Dr Doolittle BG  | Monumento del ejército soviético en Sofía, 18 de junio de 2011.

Toda la historia alrededor del monumento del ejército soviético pintado [véase a continuación], demuestra bien quién nos gobierna. No quién ocupa el poder actualmente, sino cuál es la mentalidad que hace que Bulgaria no cambie. Y cuando por fin pasa algo, limpian el monumento a las tres de la mañana. Los pintores anónimos han coloreado no sólo a los grises personajes del movimiento, sino también el rostro gris del poder.

Vezhdi Rashidov [ministro de Cultura y famoso escultor] calificó de "vandalismo" la transformación de los soldados soviéticos en héroes de la cultura popular estadounidense. Como es evidente, para el ministro el arte se reduce a algunas piezas de bronce expuestas en el vestíbulo de la sede de una empresa, o a pinturas modestamente colgadas en las oficinas de los bancos. El arte contemporáneo debe ser como el arte clásico, pero realizado por artistas vivos. Una "espiritualidad", oculta y protegida en una caja fuerte o en una sala de exposiciones.

Sí, el arte quizás no tenga valor si los autores son anónimos. Y menos si no les han pagado por su trabajo y además se les amenaza con dos años de prisión, si finalmente dan con ellos.La fiscalía parece haber solucionado de una vez por todas los problemas de la delincuencia organizada y no organizada, del tráfico de personas y de los contrabandistas del país. De repente, ha actuado por sí misma y ha abierto una "investigación por el vandalismo cometido por autores anónimos". Para la clase político-corporativa de hoy, el arte es una mercancía.

Los nuevos trajes de la historia

Y lo peor sería que un elemento provocador sacuda las ideas asentadas. En este caso, no es arte, es vandalismo. Sobre todo cuando se trata de la memoria y de la historia.La transformación del bajorrelieve es una "ofensa a la memoria histórica", dicen. Pero la memoria histórica no es algo inamovible, que se impone para siempre y que deba protegerse de los "vándalos". Lo que simboliza el monumento cambia y este símbolo era y será un asunto de debate.

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Los monumentos son un intento de ocultar la rivalidad de los diferentes personajes históricos tras el bronce o el granito. Pero resulta imposible escapar de la guerra por el pasado. Sobre todo cuando se trata del ejército soviético y su monumento. Por ello es lógico llegar a su transformación visual. Lo que sorprende en este caso es la inteligencia y sutileza artística de la obra.

Pintar a un soldado soviético como Batman es un sacrilegio. Se produce un "ataque a la memoria histórica" cuando la reescritura de la Historia se realiza de forma no organizada, sin la aprobación del partido y del Estado. Y es lo que ha ocurrido en este caso.

Poder y contrapoder en el arte

Pero un monumento simboliza otra cosa diferente al acontecimiento que conmemora. Es una sólida representación del poder que lo construyó y es necesario que pasen cientos de años para que se pueda borrar este símbolo. Al poder, en todas las épocas históricas, siempre le han gustado los símbolos, los uniformes, los fastos y los monumentos. Porque inspiran sumisión.

Los monumentos deben recordar constantemente quién tiene el poder de imponer la memoria "oficial" del pasado. Además, actualmente, es lo que hace precisamente Boyko Borissov en los medios de comunicación. Con su presencia física en la televisión, el primer ministro se autodesigna constantemente como la autoridad. Como un monumento de sí mismo. Por ello los caricaturistas y los cómicos no dejan de "pintarle" como Don Corleone, como jefe comunista, como Batman…

Efectivamente, la reacción de los dirigentes del GERB [el partido en el poder] ante esta situación ha resultado ser profundamente cómica. Sus reflejos les impulsan a identificarse como "el Estado" y "la Historia", entendidos como valores indiscutibles y monolíticos. Al mismo tiempo, se dan cuenta de que es el emblema de un régimen comunista.

Un pasado sublime y burlesco

Las autoridades limpiaron el monumento rápidamente. No estamos en República Checa, donde el tanque rosa de David Černý sigue siendo rosa [pintado en abril de 1991, el tanque que celebraba el Ejército rojo en un plaza de Praga se expone hoy en el museo técnico militar de Lešany], aunque era una réplica. Pero a pesar de la limpieza, el monumento nunca será el mismo, ya que las fotos y el recuerdo permanecerán siempre.

Este monumento pintado es uno de los pocos ejemplos que muestran cómo tener un concepto del pasado que no sólo está lleno de reverencia o de negación, sino que también está repleto de sonrisas y de autoburla. Eso es el arte moderno, el arte que juega con el contexto, que se genera en las calles y que no se aísla en las salas de exposición o en el despacho del jefe.

La transformación de las esculturas en héroes de cómics ha hecho sentir a todo el mundo que los "vencedores" de bronce forman parte de una cultura de masas que no designa a los millones de soldados muertos, sino al poder del "socialismo vencedor"."Los autores anónimos" perseguidos por la fiscalía representan la esperanza de que nuestra sociedad cambia poco a poco. ¿Y el poder? El poder sigue siendo el mismo.

Contexto

Un 'happening' en color

La mañana del 18 de junio, los ciudadanos de Sofía descubrían que durante la noche, los soldados del monumento al ejército soviético, situado en el centro, se habían convertido en Batman, Superman, Papá Noel y otros personajes. Tres días más tarde, las autoridades limpiaron el monumento en plena noche y ahora se busca a los autores anónimos.

El monumento al ejército soviético se erigió en 1954 por orden del Partido comunista búlgaro como símbolo del reconocimiento del pueblo búlgaro, salvado del nazismo por el Ejército Rojo. Desde 1993, tras la caída del régimen comunista, no han cesado los debates sobre el lugar y el significado del monumento. En las grandes ciudades búlgaras siguen en pie otros símbolos de la URSS.

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