Desde muy tempranas horas de la mañana, trabajadores rumanos esperan a los autobuses que se aparcan en la estación de Méndez Álvaro en Madrid para viajar a su país. El panorama es el mismo para otros tantos rumanos en Valencia, Castellón o Barcelona que regresan a su país de vacaciones. Pero lo que promete ser un tranquilo viaje de vuelta a casa se torna en pesadilla en numerosas ocasiones, escribe Javier G. Negre en El Mundo.
Desde hace algún tiempo, autobuses piratas transportan a los inmigrantes en el intenso ajetreo humano entre Madrid y Bucarest; sin embargo, las condiciones de viaje están muy por debajo de las ofrecidas por las empresas legales de autobuses. Los viajeros pagan casi la mitad del billete y prefieren este medio de transporte pues les permite llevar más equipaje, pero se ven frecuentemente sometidos a anulaciones de viajes sin preaviso, destinos cambiados y otras irregularidades.