¿Cómo un país que representan alrededor del 3% del PIB de Europa ha podido arrastrar a la UE y al euro a una crisis cuya salida nos cuesta tanto ver? ¿Cómo un país al que se le encomendaron los Juegos Olímpicos en 2004 y cuya población vivía al ritmo de los últimos productos de moda ha podido acabar en una situación prácticamente de quiebra, que impone unos sacrificios sociales sin precedentes en Europa desde la Segunda Guerra Mundial? La crisis griega que estalló a finales de 2009 no ha dejado de desconcertarnos y de preocuparnos.
Porque este acontecimiento que se ha convertido en un punto crucial en la historia de la Unión Europea y plantea una serie de problemas para los que los dirigentes europeos no parecen estar a la altura ni encontrar soluciones. Con la crisis griega, lo que se pone en tela de juicio es la arquitectura comunitaria, con una unión monetaria sin unión política ni ningún mecanismo claro de apoyo entre los países. La construcción europea también pierde un poco su sentido, en la medida en que algunos europeos ya no entienden por qué deben pagar por otros y los partidos políticos ven un interés electoral en el hecho de volverse más euroescépticos. También el modelo social del continente, basado en un Estado del bienestar más o menos desarrollado, podría sufrir una transformación radical por el rigor impuesto en Grecia, pero que podría convertirse en un modelo anticrisis para los demás países.
Pero sin duda, los más afectados son los griegos, ya que de repente han tenido que aprender a vivir con menos y sin perspectivas claras, a ver cómo su Gobierno vende empresas y terrenos para financiarse y a replantearse su relación con el Estado, basada en demasiadas ocasiones en pequeños arreglos con el derecho. Este especial, con reportajes y análisis, refleja sobre todo el estado de shock en el que se encuentra el país y sus habitantes.