¿Se puede tener razón en todo momento y contra todo el mundo? Evidentemente no, tal y como ha experimentado en primera persona Angela Merkel la noche del 28 al 29 de junio. Enfrentada a la rebelión sorpresa de Mario Monti y Mariano Rajoy, ha tenido que ceder en dos puntos: el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MES), es decir, el fondo de rescate permanente que se aplicará en breve, podrá destinar dinero directamente a los bancos españoles y comprar deuda italiana sin exigir un programa de rigor.
Para Madrid (y quizás para Dublín si la decisión sienta jurisprudencia), quiere decir que el rescate a los bancos ya no pesará sobre las cuentas del Estado. Para Roma (y quizás para París, considerada a menudo la siguiente ficha del dominó de la crisis), quiere decir que el Estado podrá financiarse sin estar sometido a la presión de los mercados que imponen tipos de interés exorbitantes. La mayoría de los dirigentes europeos y de observadores opinan que se trata de una cuestión de sentido común.
Pero para la canciller alemana, esta decisión nocturna del Consejo Europeo constituye un doble fracaso. Por una parte, por primera vez desde el inicio de la crisis, ya no es Angela Merkel quien dirige los debates. Aunque al final dijera que sí tras haber dicho no, lo hacía a su propio ritmo, con el apoyo de Nicolas Sarkozy. Hoy parece haber perdido el apoyo de todos los grandes países europeos.
Si bien contaba con aceptar, por una cuestión táctica, el pacto de crecimiento exigido por François Hollande, se ha visto obligada a ceder en dos aspectos estratégicos. La consecuencia es que se ha abierto una brecha en su línea de defensa contra los eurobonos. Al declarar que rechazará esta opción “mientras viva”, ha dado garantías a su partido y a sus electores, pero se encuentra entre la espada y la pared, obligada a intentar seguir teniendo razón contra todos o bien retractarse.
Tras años de negligencia en los gastos públicos y de falta de control financiero, la historia dirá si el rigor y la supervisión de la UE preconizadas por Berlín constituyen la mejor respuesta a la crisis. Lo cierto es que desde la noche del 28 al 29 de junio, en Europa ha cambiado la relación de fuerzas.