Apoyar a Ankara contra Assad

Publicado en 17 junio 2011 a las 14:10

Desde hace cuatro meses, en un lugar que se encuentra a menos de una hora de vuelo de la UE, un tirano mantiene una guerra con su pueblo. Cientos de civiles son arrestados, torturados, violados, ejecutados y bombardeados por las tropas del presidente sirio Bachar el Assad. Y todo ello se produce ante el absoluto silencio, por no decir indiferencia, del resto del mundo. Europa ha impuesto una serie de sanciones, restricciones sobre los desplazamientos de los líderes sirios y sobre las ventas de armas, así como la suspensión de las ayudas económicas, sin que estas medidas hayan tenido efecto alguno. Tan sólo un escaso número de dirigentes, como el británico David Cameron, han exigido al régimen sirio el cese de la violencia, pero se han olvidado de añadir amenazas de verdad. Por su parte, los intelectuales han hecho un llamamiento a la UE "para que pare la masacre en Siria", aunque de momento no se ha generado la movilización que tuvo lugar con Libia.

Sin embargo, en Siria se dan las condiciones para intervenir, incluso más de las que existían en el momento en el que se planteó la cuestión en Libia: en este caso ya no se trata de proteger a una población, como fue el caso de la ciudad rebelde de Bengasi, contra la amenaza de la utilización de la fuerza, lo que bastó para convencer a la ONU de que diera luz verde a los ataques contra Libia. Aquí, la fuerza se utiliza desde hace tiempo.

Entonces ¿por qué no reacciona con más firmeza la UE? ¿Se debe a la ausencia de imágenes capaces de suscitar emociones e indignación y que incita a reaccionar? Es posible. Y no es casualidad que el país que exija con más determinación y credibilidad que se detenga la violencia y que se apliquen reformas democráticas sea Turquía. En la frontera turca es donde se concentran los miles de refugiados sirios que huyen de los combates y dan testimonio de lo que ocurre. Se trata de testimonios tan escasos como valiosos, ya que el régimen de Damasco había cerrado el acceso al país a la prensa y a los observadores independientes.

Pero somos conscientes de que simplemente carecemos de los medios para presionar a Assad y ponga fin a la represión, pues su retirada del poder es improbable: no existe un consenso diplomático (Pekín y Moscú se oponen a cualquier intervención), por lo que por parte del Consejo de Seguridad de la ONU es imposible adoptar cualquier resolución en este sentido. Y por lo tanto, no es probable que se repita el caso de Libia. La UE es el principal socio comercial y la primera fuente de financiación de Siria, pero la vía de las sanciones económicas ha demostrado tener límites. Queda la vía diplomática. Si la UE no dispone de suficiente influencia, debería apoyar con más convicción las iniciativas de Ankara, un aliado ineludible en una región en la que le cuesta encontrar su sitio.

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