"Histórico", "excepcional", el proceso del caso Clearstream que se abre hoy en París acumula superlativos. Excepcional, porque en el banquillo de los acusados se sentarán, entre otros, el antiguo primer ministro de Jacques Chirac, Dominique de Villepin y por la parte civil, el actual presidente francés, Nicolas Sarkozy, representado por su abogado. Durante un mes, el tribunal deberá juzgar si, y a hasta que punto, Villepin tomó parte en un montaje dirigido a desestabilizar a Sarkozy durante su carrera a las presidenciales entre 2004 - 2005. El antiguo primer ministro es sospechoso de haber querido utilizar una falsa lista de titulares de cuentas ocultas abiertas en la entidad financiera luxemburguesa Clearstream, en la cual figuraba el nombre de Sarkozy, quien era su rival en la época, con el fin de debilitarlo.
"¿Quién falsificó los documentos del organismo financiero?", esta es la pregunta a la que el proceso debe responder, estima el periódico Libération. "Por la salud de la democracia francesa, es crucial que la verdad quede manifiesta (…) si no, tanto la justicia como la política quedarán, una vez más, desacreditadas a los ojos de la opinión pública y lanzadas en la cloaca del "son todos iguales".