A pesar de tener cara de buena alumna, Austria ocupa la duodécima posición en la clasificación mundial de la corrupción establecida por Transparency International. Die Presse exige a la clase política que reflexione y se pregunte si la república alpina no es más bien una república bananera. El último informe de la ONG que lucha contra la corrupción critica los estrechos vínculos entre el mundo político y el sector bancario de Austria. De hecho, los órganos de control, como la autoridad de los mercados financieros (FMA), los designan los políticos.
"Este ataque no podría haberse producido en un mejor momento. Justo el pasado martes, el Consejo de ministros volvió a designar al mismo jefe de la FMA", señala el diario vienés, que estima que "las afirmaciones de Transparency International no sorprenderán a muchos austriacos. Desde hace décadas el país está tan dividido en dos bloques bancarios, el rojo y el negro [haciendo referencia a los colores de los dos principales partidos políticos], que una persona ni siquiera puede esperar dedicarse a limpiar los servicios si no posee el carnet del partido correcto. No obstante, resulta más que vergonzoso que los cazadores internacionales de la corrupción señalen esta realidad".