Después de contar con el apoyo de alrededor de un millón de votantes para convertirse en el noveno presidente de Irlanda, como señala el titular del pasado sábado del Irish TImes, Michael D. Higgins apuesta por ser un "presidente para todo el mundo", y anuncia su cese inmediato como miembro del Partido Laborista.
En el Irish Independent, el columnista Brendan Keenan se pregunta acerca de la dificultad de esta situación: "Ahora, será el representante elegido por la gente, pero estará amordazado por la Constitución que encarna al mismo tiempo que pasan muchas cosas con las que él está obligado a estar en profundo desacuerdo. ¿Se puede hacer algo antes de que explote de frustración o, peor, se hunda en un amargo silencio?"
A pesar de todo, Keenan concluye afirmando que el nuevo presidente puede jugar un papel importante a la hora de convencer de la política del Gobierno a los ciudadanos. "Lo más difícil para un Gobierno es ponerse de acuerdo en algo que pueda ser presentado como una estrategia conjunta teniendo en cuenta los problemas de la reducción de préstamos, la protección a los más vulnerables, la promoción de las exportaciones y la inversión, y el cumplimiento de los requisitos de nuestros prestamistas - tanto la troika como los mercados".