“La mujer que ha dejado a todos helados”. La expresión del diario Süddeutsche Zeitung resume la acogida cuanto menos fría de la intervención de Angela Merkel en el Consejo Europeo del 30 de enero. Sin duda, la canciller ha impuesto el pacto fiscal a sus socios europeos, en sólo dos meses y prácticamente sola, pero ahora presenta la “imagen de la cruel comisaria de la austeridad”,destaca Spiegel Online, y “genera en Europa el temor a una dominación extranjera”. La culpa la tiene la propuesta de enviar a un comisario de presupuestos a Atenas para obligar a los griegos a controlar sus cuentas. "Un veneno político“, opina el Spiegel, "una declaración de fracaso”, señalaba por su parte el Tagesspiegel, que comprende perfectamente que en Atenas surjan con fuerza la comparaciones con un "Gauleiter" de la época nazi:
Si sólo fuera que los alemanes estuvieran tratando a los griegos con una falta de sensibilidad histórica, se podría solucionar con un poco de habilidad diplomática. Pero no es el caso. La propuesta demuestra claramente que ya no se quiere mantener la comunidad monetaria. Ahora se trata del rico contra el pobre, del fuerte contra el débil. […] Los griegos ya tienen encima a la troika, el FMI, la UE y el BCE, no necesitan a un agente adicional que rehaga sus cuentas sobre una pizarra. El nuevo paquete de ayuda, que se está debatiendo actualmente, se supone que creará un equilibrio entre reformas y crecimiento. Para ello se necesita mucho dinero, tiempo y sí, también confianza.