"Ucrania cambia de rumbo": así titula Gazeta Wyborczala noticia sobre el triunfo de Víctor Yanukóvich en la segunda ronda de las elecciones presidenciales del 7 de febrero. Yanukóvich ha derrotado a Yulia Timoshenko, que formó parte del grupo de líderes de la Revolución Naranja y que impidió que se hiciera con el poder en 2004. En un editorial, el diario de Varsovia observa que "los ucranianos han elegido a un presidente que hace cinco años parecía encarnar al mismo demonio. Optaron entonces por la estabilidad post-soviética en lugar del carácter imprevisible de Europa". Boris Tarasiuk, antiguo ministro de Asuntos Exteriores, estima que el conflicto social en Ucrania se intensificará ahora que Yanukóvich, que apoya una política a favor de Moscú, planea convertir el ruso en segundo idioma oficial y permitir a la flota rusa del Mar Negro que permanezca en Crimea.
Cornelius Ochmann, experto de la Fundación Bertelsmann en Alemania, no comparte estos temores: "Seguirá modernizando el país y nadie podrá detener el crecimiento de los medios de comunicación libres y de la economía privada. Tampoco enterrará las aspiraciones europeas de Ucrania, ya que la integración del país a la UE es una cuestión de décadas, no de años".