“La crisis mina la confianza de los europeos en la UE*”***, titula El País, el día siguiente de que se publicase un informe del Pew Research Center basado en un encuesta que se realizó entre marzo y abril en ocho países europeos (Reino Unido, Francia, Italia, Alemania, España, Grecia, Polonia y República Checa). Una de sus conclusiones: únicamente uno de cada tres europeos cree que la integración económica ha sido positiva para la economía de su país, mientras un 37% considera que el euro no ha tenido ningún efecto beneficioso. La encuesta también revela que**
Alemania y Grecia son los dos polos de la actual Unión Europea. Sobre Alemania y los alemanes, incluida su canciller [Angela Merkel], hay una extendida opinión favorable (el país más admirado, la dirigente más respetada, los más trabajadores, los mayores partidarios de la integración económica y de la UE, los menos corruptos) frente a una Grecia sobre la que nadie tiene buena opinión, excepción hecha de los propios helenos.
El diario madrileño subraya que:
España, históricamente entregado a la idea europeísta, es el más decepcionado por la Unión Europea, junto a la endémicamente euroescéptica República Checa. Ahora mismo, apenas supera la mitad el número de españoles que cree que la pertenencia a la UE ha sido buena para el país. A escala comunitaria, el euro no termina de ser amado por unos europeos que lo ven como un mal menor: prefieren continuar con él a perderlo.
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