José Manuel Durao Barroso “forma parte de quienes se benefician de la crisis financiera en Europa”, asegura el Spiegel. “La crisis ha acrecentado sin lugar a dudas su poder. [...] Barroso parecía un jugador de segunda fila, pero va camino de llegar a colocarse a la par”.
El semanario alemán recuerda que, hasta el momento, el presidente de la Comisión Europea tenía la reputación de un hombre que evitaba el conflicto y que tenía dificultades para imponer su autoridad ante los líderes europeos. El Spiegel también recoge que en los Consejos Europeos se parecía a un
abuelo que comenta con melancolía sus fotografías de años mozos mientras el resto de la familia se centra en el aperitivo y espera que el espectáculo termine pronto.
Sin embargo, durante el último Consejo, el 28 y 29 de junio, algo cambió, tal y como destaca el corresponsal del semanario alemán en Bruselas:
Cuando algunos líderes europeos manifestaron sus objeciones a las recomendaciones de Bruselas sobre la política presupuestaria, el presidente de la Comisión contraatacó. [...] Recordó a los asistentes que precisamente habían sido ellos los que habían conferido a la Comisión el derecho de realizar recomendaciones a los Gobiernos nacionales. Continuó con que no iba a tener ninguna repercusión que ellos continuasen con sus pequeñas maniobras tácticas y subrayó que prefería atenerse a los hechos. Barroso anunció con vehemencia: “Si el Consejo Europeo no firma estas recomendaciones, vamos a tener un grave problema”. Los líderes europeos se han sorprendido. ¿Era Barroso el que hablaba? No era, desde luego, el Barroso al que estaban acostumbrados.
Además, el Spiegel señala que las decisiones tomadas en esta cumbre, que convierte el “más Europa” en un objetivo esencial, benefician sobre todo al presidente de la Comisión. ¿Debe sorprendernos? El semanario recuerda el apellido que José Manuel Barroso heredó de su madre: “Durão”, el robusto.