El veredicto que toda Noruega esperaba se ha hecho público pasadas las diez de la mañana del 24 de agosto. Anders Behring Breivik ha sido condenado a 21 años de prisión por el atentado bomba de Oslo (8 muertos) y la matanza de jóvenes laboristas en la isla de Utoya (69 muertos), que tuvieron lugar el 22 de julio de 2011. Los jueces del tribunal de Oslo consideran que el terrorista de extrema derecha está mentalmente sano, por lo que se excluye la posibilidad de que sea internado en un centro psiquiátrico. Breivik no apelará el fallo, tal y como ya ha anunciado su defensa.
Es la solución que esperaba la opinión pública noruega, cuya prensa, una vez conocida la sentencia, reaccionaba haciéndose eco.
Resulta más sencillo aceptar que el culpable debe cumplir una pena y no simplemente recibir un tratamiento médico. No hace falta convertir a los terroristas en irresponsables,
así lo refleja el diario Dagbladet. Un punto de vista que comparte el tabloide VG, aliviado porque la Justicia compensa en cierta manera los errores cometidos por la policía y el Gobierno, que según el informe de la comisión independiente sobre los atentados del 22 de julio no protegieron debidamente a los ciudadanos frente a los riesgos de un ataque terrorista:
Después de todo lo que no hemos hecho correctamente, sienta bien escuchar que Anders Behring Breivik ha sido sentenciado con una pena de 21 años de prisión.