El 1 de julio, una Bélgica en servicios mínimos toma el relevo de España en la presidencia de la Unión. Aunque tras las elecciones del 13 de junio los líderes políticos belgas están ocupados en mantener delicadas negociaciones sobre la formación del nuevo gobierno, y el ejecutivo saliente, dirigido por Yves Leterme, se limita a atender los asuntos corrientes. En estas circunstancias, resulta difícil ser ambicioso; motivo por el cual, según Le Soir, Bélgica se encargará “esencialmente de la gestión de los asuntos corrientes”.
La presidencia belga “no hace gala de grandes proyectos”, continúa diciendo el diario: su principal prioridad política “consistirá en dar espacio a Herman Van Rompuy, el presidente del Consejo Europeo, y a Catherine Ashton, la alta representante en Relaciones Exteriores, para que puedan ejercer plenamente sus nuevas funciones”, previstas en el Tratado de Lisboa. Una opción “peligrosa”, según el periódico, debido a que los jefes de Estado y de gobierno (reunidos en el Consejo) tienden a interferir en las competencias de la Comisión. “Hasta el momento, Bélgica se había mostrado fiel a su tradición, rechazando lo ‘intergubernamental’ y defendiendo el ‘método comunitario’”, afirma Le Soir respecto a este tema según el cual no obstante, estos últimos meses, “ha tenido lugar un ligero debilitamiento. Por el momento no resulta dramático, pero la defensa de un ambicioso proyecto europeo impone a Bélgica la necesidad de ejercer una gran vigilancia a este respecto, pues su presidencia será juzgada en base a este punto”.
Asimismo, también se juzgará la gestión de los expedientes que la están esperando, el principal de los cuales, nos recuerda De Standaard, es la cumbre entre la UE y los países asiáticos (ASEM) que se celebrará los días 4 y 5 de octubre en Bruselas, “una oportunidad única para poner a Bélgica en relieve”. De igual modo Bélgica también deberá aspirar a alcanzar la “estabilidad financiera” necesaria para salir de la crisis; a hacer olvidar, durante la conferencia sobre el clima de Cancún de diciembre, el pobre rendimiento de la Unión en la cumbre sobre el clima de Copenhaguedel pasado año y a cumplir con el programa de Estocolmo sobre la creación de un espacio europeo de seguridad y justicia.