La comisaria europea de Acción contra el Clima, Connie Hedegaard, anunció el 12 de noviembre que se congela la aplicación obligatoria del mercado europeo de CO2 (ETS) para las compañías aéreas extracomunitarias en los vuelos desde y hacia la UE. La medida entró en vigor a comienzos del año y preveía que estas compañías compensasen el 15% de las emisiones de gas de efecto invernadero comprando derechos de emisión en el mercado europeo.
Hedegaard “concede a la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) hasta el próximo septiembre para proponer un proyecto global alternativo al proyecto europeo", explica De Volkskrant, que añade que la medida “sigue vigente para los vuelos internos en la UE”, sea cual sea el origen de la compañía, “lo que representa alrededor de 40% del planteamiento original”.
Ante la falta de acuerdo en la Asamblea General de la OACI, “la Comisión Europea volverá a la situación actual”, sentencia por su parte El País. Según el diario madrileño, "la presión ha hecho mella”, puesto que la decisión de la UE de imponer su tasa sobre el CO2 a las compañías extranjeras había sido muy mal recibida en el ámbito internacional:
EE UU respondió con una prohibición a las firmas de su país de pagar la tasa; India amenazó además con dinamitar cualquier posibilidad de acuerdo en la cumbre contra el cambio climático de la ONU. China sacó el fantasma de una guerra comercial con la UE. Reacciones parecidas tuvieron países como Rusia o Brasil. Europa prefiere ahora enterrar el hacha de guerra con la esperanza de alcanzar un acuerdo global.
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“El anuncio llega unas semanas antes de la cumbre sobre el clima la ONU en Doha, y podría presagiar un cambio —a mejor— en vísperas de las negociaciones”, destaca sin embargo El País.
Como era de esperar, las organizaciones medioambientales han criticado la decisión europea. Según De Volkskrant, algunas consideran que Hedegaard “ha capitulado demasiado rápido”, teniendo en cuenta “la vaga promesa de la OACI”. La propia Hedegaard parece poco convencida de la propuesta que en el futuro presente la organización, reconociendo que “no hay garantías” de que la alternativa de la OACI vaya a ser aceptable.