El Gobierno se niega a conceder asilo a los intérpretes afganos que trabajan para el ejército sueco en Afganistán, arguyendo que todos los demandantes de asilo deben ser tratados por igual.
Unas treinta personas están afectadas por la medida. Cuando los suecos comiencen su retirada, a partir del próximo mes de junio, la vida de dichas personas podría quedar bajo amenaza, por su colaboración con el enemigo.
El jefe de las fuerzas armadas ha expresado con claridad su apoyo a la concesión de asilo a los intérpretes, para demostrar que Suecia es un país humanitario.
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