El 8 de julio, el Papa Francisco visitó Lampedusa, la isla italiana convertida en punto de llegada para la mayoría de los inmigrantes ilegales que intentan alcanzar la Unión Europea desde el norte de África.
El pontífice celebró una misa para honrar la memoria de las más de 18.000 personas fallecidas intentando cruzar el Mediterráneo y clamó contra “la globalización de la indiferencia”, señala La Repubblica.
El Papa había considerado cuidadosamente dónde realizar su primera visita, escribe Adriano Sofri en el editorial del diario, añadiendo que, sin boato alguno y con un acompañamiento reducido: “no podría haber hecho una elección más significativa como ir a Lampedusa”.
Horas después, cinco barcazas con 340 personas a bordo llegaron a la isla, siendo en total 559 inmigrantes los que allí llegaron solo durante ese día, indica La Repubblica.