La condena de 5 años de prisión para Alexei Navalny, el 18 de julio, posee un “carácter tristemente previsible”, lamenta The Times en su editorial. Esta dura sentencia contra el bloguero, que se ha convertido en figura de la contestación en Rusia, es vista por muchos como una decisión política y como una nueva demostración de la represión que el Kremlin lleva a cabo en contra de las voces discordantes.
El diario afirma que la condena por malversación de fondos del activista, que ha sido puesto en libertad vigilada hasta la revisión de su recurso, es una nueva prueba de cómo el presidente Vladimir Putin desprecia totalmente sobre el sentimiento que prevalece “en una clase media urbana, ávida de cambio”. Para The Times,
Occidente puede condenar el trato recibido por Navalny como lo hizo anteriormente para los miembros del Pussy Riot, el antiguo oligarca Mijail Jodorkovsky y muchos otros[…] Pero el cambio democrático en Rusia debe originarse desde el interior: debe ser conducido por una oposición que vaya más allá de la periferia de Moscú, que incluya a todos los descontentos de las ciudades relativamente prósperas de la Federación Rusa. Es momento de que la oposición ciudadana rusa deje de mostrarse dubitativa, que organice sus fuerzas, y que encuentre programas políticos que desafíen directamente a la autoridad del partido Rusia Unida de Putin. […] De la misma forma que Navalny se ha rebelado tras su condena, Occidente debería permanecer firme. Rusia merece un Gobierno mejor.
Le Monde, por su parte, condena la “repugnante timidez” de la Unión Europea:
[Los europeos] afirman que necesitan de Rusia. Puede ser el caso en materia energética. Pero es falso en cuanto en la escena diplomática. Se trate de Siria o de la lucha contra el programa nuclear iraní, el Kremlin no nos ayuda: juega contra los europeos.
Para paliar la “falta de medios de presión” a la que parecen aferrarse los Gobiernos europeos, el diarios francés sugiere la elaboración de una “lista Navalny” que prohíba la estancia en los países europeos a todos los funcionarios rusos implicados en el asunto. Una lista establecida antes de los Juegos Olímpicos de invierno que Rusia organiza en Sotchi en 2014, “como una advertencia”.