El 6 de agosto, el Tribunal de Budapest condenó a cadena perpetua a tres skinheads (cabezas rapadas) de extrema derecha acusados de “crímenes racistas” premeditados contra varios romaníes en diferentes pueblos del nordeste de Hungría. Un cuarto ha sido condenado a 13 años de cárcel.
Entre julio de 2008 y agosto de 2009, los cuatro, todos miembros del núcleo duro de los hinchas del equipo de Debrecen, atacaron con granadas, escopetas y cócteles Molotov un grupo de viviendas habitadas por gitanos. Una agresión que acabó con la muerte de seis personas, de los cuales un niño, y que causó cinco heridos graves.
Para Népszabadság, el veredicto confirma el “móvil racista”, una circunstancia agravante para cuyo reconocimiento la comunidad gitana se empleó a fondo.