El escándalo de espionaje de EEUU dio un giro inesperado después de que la pareja del periodista que destapó el programa de vigilancia al diario The Guardian fuera detenido el sábado durante nueve horas en el aeropuerto londinense de Heathrow, bajo la ley antiterrorista británica.
Una noticia en primera plana que emplaza al Gobierno británico a explicar la detención de David Miranda, la pareja de Gleen Greenwald, añadiendo que las fuentes consultadas confirman que no fue detenido por petición de EEUU.
Un editorial titulado “una traición a la confianza y a los principios”, critica la “desacreditada” sección de la legislación antiterrorista invocada en la detención:
el arresto de Miranda fue en parte un acto de pesca de los servicios de seguridad, en parte un ejercicio de acoso policial, y en parte una señal de aviso a los periodistas y a los informadores.Fue un intento de intimidar al periodismo en uno de los espacios clasificados fuera de la jurisdicción, donde tal cosa puede ocurrir sin reparación legal.
Mientras, el editor de The Guardian, Alan Rusbridger, afirmó que después de que el periódico publicara las revelaciones de espionaje de EEUU - que procedían de las informaciones otorgadas por el ex agente de la NSA Edward Snowden - un cargo oficial del Gobierno le contactó, pidiéndole que el diario destruyera o devolviera los ficheros. Si el periódico incumplía, el Gobierno intentaría detener las iniciativas de The Guardian en dicho caso por la “vía judicial”. Rusbridger continúa:
Y, así tuvo lugar uno de los momentos más extraños de la larga historia de The Guardian: dos expertos en seguridad supervisando la destrucción de discos duros en el sótano de The Guardian, simplemente para asegurarse de que no había nada en los ellos que pudiera ser de interés para los agentes chinos.