“La medida de la felicidad”, titula Der Freitag, que dedica su portada al fin del PIB como medida del bienestar de un país. Si bien los límites del crecimiento como índice de felicidad son conocidos desde hace casi 40 años, a los políticos alemanes les está costando tomar conciencia de ello, especialmente a Angela Merkel. Frente al entusiasmo internacional por el crecimiento alemán, esta física de formación podría empezar a creer en los milagros, opina el semanario, que califica “la adoración alemana por el PIB” como “desfasada en la actualidad”. Sin embargo, Der Freitag adviertede la tentación de confiar a las autoridades la creación de un índice de la felicidad, ya que esto transformaría la democracia en tecnocracia de la estadística. Más vale, por lo tanto, que la elaboración de un índice de la felicidad siga siendo competencia de los científicos.
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