”Los eurodiputados ‘anti-Estrasburgo’, que desean el agrupamiento de todas las actividades parlamentarias en Bruselas, se han marcado un tanto”, señala Les Dernières Nouvelles d’Alsace, al día siguiente de la votación, el 20 de noviembre, del Parlamento Europeo a favor del informe Fox-Häfner sobre “la fijación de las sedes de las instituciones de la Unión Europea”.
Sin embargo, indica el diario de Estrasburgo, “el resultado deseado por los anti-Estrasburgo no alcanzó los 500 votos a favor, quedándose en 483. 141 representantes votaron contra el texto y 34 se abstuvieron, principalmente porque no contempla ninguna alternativa para Estrasburgo y para los locales del Parlamento Europeo.”

Un debate “interesante”, considera Il Sole 24 Ore, en Milán :

y no solamente porque el voto pone el dedo sobre una ineficacia anacrónica. El Parlamento es cada vez más influyente en la toma de decisiones europea. Hasta ahora, los gobiernos han podido escapar a sus demandas, pero cuando el peso político de la asamblea con respecto al Consejo evoluciona rápidamente, es probable que la votación no sea completamente ignorada en las capitales nacionales.

“Nadie puede negar que el coste que representan dos edificios gigantescos de los que uno, en Estrasburgo, es utilizado solamente 45 días al año, pero que hay que alquilar, calentar y mantener”, recuerda la periodista Anne Blanpain en el sitio web de la Radio Televisión Belga Francófona(RTBF). “Pero habrá que decidir y poner fin a este festival mundial universal de mala fe cuando se aborda esta delicada cuestión”, añadiendo :

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Dejemos al margen los argumentos que explican que Estrasburgo no es capaz de acoger correctamente al Parlamento. [...] Pero dejemos al margen también las elucubraciones de algunos pro-Estrasburgo [...] Para ellos está claro, Bruselas es igual a burocracia, Consejo, Comisión. Mientras que Estrasburgo es igual a democracia, ciudadanía, y por tanto Parlamento. Bueno. Si yo fuera ellos, habría añadido amor, alegría de vivir, fraternidad, mariposas y flores bonitas.

En medio de estos argumentos, lamenta Trouw en Amsterdam,

la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo se ha convertido en un símbolo anti-europeo. Y continúa así, convirtiéndose en algo cada vez más fuerte.Los camiones y los embalajes que hacen camino de ida y vuelta todos los meses entre Bruselas y Estrasburgo continúan saliendo en la televisión, como signo de una Unión Europea burocrática, ineficaz y estúpida.

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