En respuesta a las sanciones impuestas por la crisis de Ucrania, Rusia ha prohibido la importación de alimentos de la Unión Europea y de los Estados Unidos, en una acción que podría afectar a bienes de exportación escoceses por un valor de 63 millones de euros y que podría dejar vacíos los escaparates de las cadenas de alimentación, escribe The Scotsman.
El diario muestra sin embargo su apoyo a las sanciones, observando en todo caso que los efectos más duros de la prohibición rusa podrían ser contraproducentes para dicho país:
Rusia depende fuertemente de los alimentos importados, la mayoría de Occidente.[...]El daño infligido por la prohibición a los consumidores será sentido de forma particularmente dura en las grandes ciudades como la capital, donde la comida importada supone entre el 60 y el 70% del mercado.