El 3 de mayo, 40.000 personas, según los organizadores (10.000 de acuerdo con las fuerzas de orden) salieron a las calles de Chisinau para denunciar la corrupción en Moldavia. Los participantes en lo que Ziarul National califica como "Maidan moldavo", exigen al poder que aclare las circunstancias de la desaparición de un billón (un poco más de 837 millones de euros) en poder de los tres bancos más grandes del país, BEM, Banca Sociala y Unibank.
La desaparición fue revelada por el informe realizado por la compañía británica Kroll después de una auditoría realizada a petición del Banco Nacional de Moldavia (BNM).
Los fondos, de los que el diario de Chisinau calcula que representan un octavo del PIB, fueron prestados a deudores cuya identidad no ha sido revelada. El Parlamento rechaza obligar al gobernador del BNM para que lo haga y este se esconde detrás de secreto bancario.
A pocas semanas de la cumbre de la Asociación Oriental en Riga, en la que Moldavia debe afirmarse en su camino europeo (Moldavia firmó un acuerdo de asociación con la UE en junio de 2014), el escándalo llega en un mal momento para este país que mira a la Unión Europea: "Soy Moldavia, desprovista de mil millones de dólares", afirma el diario su editorial, haciendo hincapié en que, mientras que el Gobierno y el Parlamento son lentos para arrojar luz sobre este caso, la sociedad civil se prepara para nuevas movilizaciones para los próximos días,
Porque el sentimiento que prevalece actualmente en nuestra sociedad no es tanto el odio o la revuelta, sino el asco.