Toda la prensa holandesa rinde homenaje a Simon Vinkenoog “El Homo Ludens” (el hombre que juega), como se llamaba a sí mismo el poeta neerlandés. Vinkenoog, fallecido el 12 de julio a los 80 años, era un vanguardista, un “activista” de las drogas blandas, célebre pero pocas veces galardonado. En 2004, su nombramiento como “Poeta Nacional” interino, en sustitución del titular, que había dimitido, no fue reconocido por los organizadores oficiales, y la “Antología de la poesía neerlandesa” tardó un tiempo en concederle unas páginas a sus poemas.
El diario De Volkskrant alaba su forma de popularizar la poesía: “Vinkenoog fue uno de los primeros poetas en reclamar la poesía como un arte que va más allá de un público restringido. Ya en 1960 sacó un vinilo de poesía oral. La declamación y su presencia eran sus puntos fuertes. Un hombre carismático, que improvisaba como un músico de jazz retorciendo la lengua de tal forma que a veces ni siquiera recordaba lo que había dicho. A esta contorsión del lenguaje él le llamaba “la lengua lingual”: una forma artística de expresarse, sin reflexión ni preselección”.