“Lamentos y desdén”,titula Gazeta Wyborcza, un día después de que se cumpliera el primer aniversario del accidente aéreo que tuvo lugar en Smolensk el 10 de abril del 2010, en el cual murieron 96 personas, incluido el presidente polaco, Lech Kaczyński. Jarosław, el hermano gemelo del fallecido presidente y líder del principal partido de la oposición de Ley y Justicia (PiS), boicoteó las ceremonias oficiales dirigidas por el actual presidente, Bronisław Komorowski, y el primer ministro, Donald Tusk, y se congregó con miles de seguidores del PiS delante del palacio presidencial. Mientras Komorowski hablaba de la necesidad de una reconciliación nacional, Jarosław Kaczyński insistía en que los actuales gobernantes del país “no tenían derecho a hablar en nombre de Polonia”.
Para el diario es “el comienzo de la campaña electoral del PiS”, con la vista en las elecciones parlamentarias de este otoño. El periódico, que acusó a Kaczyński de estar dispuesto a “canjear cualquier santidad con tal de recuperar el poder” también calificó su discurso como “el más despectivo para los polacos en muchos años”. Sin embargo, el diario conservador Rzeczpospolita insiste en que “la comunidad no se puede construir sobre la amnesia impuesta desde arriba”, sino sobre hechos dirigidos a “acercarnos lo más posible a la verdad sobre lo ocurrido en Smolensk”. Según el sociólogo Grzegorz Makowski, citado por el Dziennik Gazeta Prawna, las profundas divisiones provocadas por la catástrofe aérea de Smolensk están lejos de solventarse. “Es un conflicto de diferentes ideologías y mentalidades, una especie de cruzada nacional interna… que podría durar una o dos décadas”.