“El Estado retira pinturas en el extranjero por temores relativos a su propiedad”, titula Lidové noviny. El 31 de mayo, después de que la justicia francesa y la austriaca confiscaran varios cuadros, la ministra de Cultura checa decidió repatriar las obras prestadas a galerías en el extranjero, en especial a las de París y Viena. La demanda de incautación la interpuso un empresario checo-suizo que, tras el juicio mercantil más largo de la historia de la República Checa, consiguió que el Estado fuera condenado a pagarle más de 8.000 millones de coronas (326 millones de euros). Se presume que su empresa, Diag Human, fue estafada por el Estado a través de una inversión en el tratamiento de plasma sanguíneo, si bien el fallo judicial se encuentra actualmente en proceso de apelación. “El litigio debe resolverse lo antes posible por el bien del Estado, ya que los intereses de demora hacen que la cifra aumente a razón de varios millones por día”, concluye el diario de Praga.
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