El mandato del Alcalde de Rotterdam, Ahmed Aboutaleb, muestra "sus primeras grietas", anunciaen portada De Volkskrant, al día siguiente del debate del consejo municipal sobre las responsabilidades respectivas en los graves incidentes ocurridos durante la gran fiesta del 22 de agosto. Organizada en una playa cercana a la ciudad portuaria y con una participación de cerca de 28.000 personas, la fiesta degeneró en un tiroteo que se saldó con un muerto y seis heridos. El periódico holandés informa que "de los 160 policías presentes esa noche, 21 dispararon con sus armas reglamentarias y fue una la que causó la muerte de un joven de Rotterdam".
En un editorial, el periódico se pregunta "si es que hace falta responder a este tipo de problemas simplemente con la represión. Está claro que hay una nueva generación de hooligans (de 200 a 300 estaban presentes esa noche) que ha abandonado su terreno de acción habitual -los estadios de fútbol cada vez más controlados- para actuar en otros eventos, con el único objetivo de buscar la confrontación con la policía. Para ellos, los eventos gratuitos, (como éste en la playa de Rotterdam), representan invitaciones abiertas (…) Por ello, la decisión de Aboutaleb de no autorizar más fiestas abiertas de grandes dimensiones, parece razonable".