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Probablemente Martin Schulz es el único parlamentario de lengua alemana conocido por sus compatriotas que accede a la presidencia del Parlamento. Su elocuencia en ese foro ha servido para algo. Habitualmente agota su tiempo de intervención en la asamblea plenaria "para demostrar a sus camaradas que nadie tiene una boca más grande que la suya” interpreta Der Spiegel. El semanario de Hamburgo explica que Schulz quiere transformar el Parlamento "en un contrapoder”. “Se opondrá al Consejo Europeo”, en el que los jefes de Estado y de Gobierno maquinan las decisiones, y quiere presionar a la Comisión Europea a través de iniciativas políticas, "sin importar si están recogidas o no en los tratados", tal y como lo ha manifestado el interesado. Al recordar que Schulz, al contrario que sus predecesores, no se encuentra al final de su carrera y que todavía tiene otras aspiraciones políticas, Der Spiegel vaticina
una lucha por el poder, la atención, y el monopolio sobre la interpretación de los tratados que puede fracasar y ridiculizar el Parlamento o modificar las estructuras de poder en Bruselas.
Un punto de vista que comparte el Financial Times Deutschlandque, no obstante, duda de la capacidad de Schulz para asestar sus "golpes". Por ejemplo, Schulz quiere participar activamente en las cumbres de la UE, empezando con las negociaciones sobre el paquete de medidas fiscales.
Sin embargo, ya no podrá representar únicamente a su grupo, sino a todos los eurodiputados: a los nacionalistas y a los proeuropeos, tanto a la izquierda como a la derecha, a los federalistas y a los centralistas. Él no podrá representar todas estas posturas en las negociaciones. [...] Y ése no es el papel que le corresponde.
Por su parte, la prensa polaca rinde un homenaje al presidente saliente Jerzy Buzek. El Wprost señala que adoptó la estrategia de evitar las confrontaciones directas y trató de alcanzar acuerdos. También ha demostrado un gran talento negociador, convenció al presidente checo Václav Klaus de que firmase el tratado de Lisboa, y su viaje a Moldavia contribuyó a resolver una crisis gubernamental y a poner en pie una coalición proeuropea.
Sabía cómo latía el pulso de la política internacional y cuándo y dónde había que estar ahí. Se dirigió a los manifestantes de la plaza Tahrir en El Cairo y a los rebeldes libios en Tripoli, que le respondieron con un “¡Gracias Europa!”.
Apreciado y respetado en todas partes, añade el Wprost, a Jerzy Buzek se le ha criticado, sin embargo, su gusto por lo políticamente correcto y el respeto a ultranza de los procedimientos. Pero a fin de cuentas, se felicita Gazeta Wyborcza,
ciertamente ha demostrado que los polacos dan la talla para ocupar altos cargos internacionales.
