El “juicio del siglo”, tal como lo calificaron los diarios, se zanjó con la condena de cadena perpetua para una veintena de detenidos, entre ellos muchos militares con galones, periodistas y políticos de la oposición kemalista. Más de 250 personas han sido condenadas a penas de prisión, mientras que se ha absuelto a 21.
En el diario progubernamental Yeni Safak, el editorialista Abdülkadir Selvi se muestra a favor de las penas impuestas pero se pregunta si “¿ha terminado bien el juicio Ergenekon?” y si debemos seguir adelante con ello. Selvi recuerda que, de hecho, en 1997, el Ejército derrocó al Gobierno de coalición manejado por el partido Refah, el antecesor del AKP de Erdogan, y que en 2007, también el Ejército trató de llevar a cabo un intento de “golpe de Estado electrónico” al publicar en una página del Estado mayor una alerta contra la elección prevista del candidato del AKP, Abdullah Gül, como presidente de la República:
Siempre hemos tenido una plétora de golpes de Estado, pero nunca se han realizado diligencias contra dichos pronunciamientos. Eso ha cambiado hoy. Turquía, víctima de golpes de Estado militares, pide además que se rindan cuentas. En este contexto, el veredicto del juicio Ergenekon revierte una importancia histórica particular. Pero aún faltan piezas para completar este rompecabezas. De hecho, como el general Basbug ha sido condenado a cadena perpetua, ¿no deberíamos también someter a juicio al general Büyükanit, que hizo que se redactase la advertencia del 27 de abril de 2007, así como al general Evren [jefe de la Junta que se formó a raíz del golpe de Estado de 1980]? Por no hablar de los golpes de Estado de mayo de 1960 y de marzo de 1971. La cuestión aquí no reside en juzgar a viejos o muertos, sino de castigar el hecho de llevar a cabo un golpe de Estado.
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En la página web independiente T24, Aydin Engin explica que hay:
efectivamente, entre los sospechosos juzgados por el caso Ergenekon, personas que, para crear las condiciones de un verdadero golpe de Estado organizaron acciones legales (por ejemplo manifestaciones instando al Ejército “a hacer su deber”) e ilegales (concretamente el asesinato de misioneros cristianos en Malatya en abril 2007, los alijos de armas o incluso el atentado contra el Consejo de Estado en 2006). Se trata evidentemente de crímenes graves que merecen ser juzgados […], pero también conviene apreciar otro aspecto de este juicio. De hecho, la Justicia turca se ve desacreditada en ese juicio por un exceso de revanchismo. De este modo, al mismo tiempo que se juzgaba a personas que habían cometido crímenes constatados, el juicio contra la red Ergenekon se vio gravemente afectado por juicios de valor, por el juicio de una forma de pensar.
El diario kemalista Cumhuriyet, uno de cuyos periodistas, Mustafa Balbay fue condenado a treinta y cuatro años y ocho de meses de prisión, considera también que este juicio no ha sido sino:
una revancha política, orquestada por el Gobierno del AKP.
En Vatan, el escritor y editorialista Zülfü Livanelli, antiguo preso político y exiliado en los años setenta, denuncia también que un veredicto “que afecta a un gran número de personas inocentes, condenadas por testimonios anónimos y por afirmaciones que nunca se han demostrado”, y eso “arroja una oscura sombra sobre la [propia] sentencia”:
No se ha hecho justicia, porque se ha castigado a inocentes además de a los culpables. Espero que los jueces del Tribunal Supremo restablezcan la Justicia.