“todavía falta algo… oh sí, los misiles de crucero”

¿Dónde están los intelectuales?

Años atrás, escritores, filósofos, y otros pensadores occidentales se movilizaban pidiendo que sus Gobiernos se implicaran, o no, en las crisis internacionales. Entonces, ¿por qué guardan silencio en relación a Siria, cuando el conflicto se recrudece y una intervención militar está en ciernes?

Publicado en 29 agosto 2013 a las 15:45
“todavía falta algo… oh sí, los misiles de crucero”

Hubo un tiempo en el que los intelectuales de todo el mundo formaban un frente unido siempre que lo requería una situación global. El procedimiento estándar era el siguiente: dos o más pensadores redactaban un llamamiento a Naciones Unidas u otras autoridades; dicho llamamiento circulaba entre sus compañeros intelectuales y finalmente se imprimía la versión final en el diario francés Le Monde. Pero esto parece ser algo del pasado en lo que respecta a la cuestión de Siria.

Hace dos años, en junio de 2011, siete escritores y pensadores aún se tomaron la molestia de instar al Consejo de Seguridad a que adoptara una resolución que facilitara la intervención en Libia. “Sería trágico y moralmente inaceptable que esta resolución no se tratara o sencillamente acabara en el olvido bajo la amenaza de un veto o un voto en blanco”. Firmado: Umberto Eco, David Grossman, Bernard-Henri Lévy, Amos Oz, Orhan Pamuk, Salman Rushdie y Wole Soyinka. Todos escritores y un premio Nobel.

Nueve meses después, casi 50 personalidades mundiales lo están intentando de nuevo, esta vez, con respecto al conflicto en Siria. El filósofo alemán Jürgen Habermas, el expresidente Richard von Weizsäcker, los novelistas Eco y Grossman, de nuevo, así como otras 40 personalidades han escrito que con las desavenencias de la comunidad internacional, se ha dado al régimen de Assad la falsa impresión de que “la represión violenta es un modo aceptable de hacer las cosas”.

Planteamientos diametralmente opuestos

[[Pero desde entonces, el silencio es ensordecedor. Sin embargo, los franceses aún están ejerciendo presión]]. En su país, el asunto se ha convertido en objeto de un importante debate público. El filósofo Bernard-Henri Lévy está expresando sus objeciones, al igual que en 2011 cuando la atención se centraba en Libia, junto a sus compatriotas André Glucksmann y Bernard Kouchner (exministro de Exteriores).

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En octubre del año pasado, este trío expuso en Le Monde que Francia y Estados Unidos debían emprender una acción militar para evitar que los rebeldes sirios adoptaran una posición todavía más en contra de Occidente. “Basta de excusas. Basta de cobardía. El futuro democrático de Siria exige que respondamos con decisión”, escribieron Lévy, Glucksmann, Kouchner y un cuarto intelectual en Le Monde.

Lévy y Kouchner han vuelto a hablar la semana pasada. Lévy tachó los vetos de Rusia y China de “desvergonzados” en la televisión, el 22 de agosto. Cuando le preguntaron sobre la posibilidad de que a Assad le sucedieran los islamistas, afirmó, “Con el trasfondo de unos niños gaseados, es una línea de razonamiento ofensiva”. En la radio, Kouchner afirmó: “Hemos perdido mucho tiempo. Aunque ahora resulte más difícil, tenemos que hacer algo. Algún gesto para salvar la dignidad”.

También se están expresando opiniones diametralmente opuestas. En Francia, es el caso de Jean-Marie Le Pen, presidente honorario del Frente Nacional, que ayer desdeñaba a sus compatriotas que querían ir a la guerra “desde la comodidad de sus bistrós parisinos”.

Evitar los riesgos

Este concepto se deriva del enfoque de “realpolitik” del comentarista estadounidense y conservador Daniel Pipes (hijo del famoso historiador y experto en Rusia Richard Pipes). Pipes aboga por apoyar a Assad y compara esta opción con la coalición aliada en la Segunda Guerra Mundial. Tal y como escribió hace cinco meses, “Stalin era mucho más tirano que Assad” pero después de 1941, fue “esencial mantener a las tropas alemanas implicadas en el frente del Este” y por lo tanto apoyar a la Unión Soviética.

En un artículo en el periódico de derecha The Washington Times sueña con una situación en la que “Teherán y los rebeldes de Ankara luchen hasta el punto de la extenuación mutua”. Pipes recuerda la guerra de Irán e Irak (1980-1988) y expone que [el expresidente iraquí] Saddam Hussein inició la Guerra del Golfo y fue mucho más brutal. Sin embargo, [el exlíder supremo iraní], el Ayatolá Jomeini era “ideológicamente más peligroso y agresivo”, afirma Pipes y prosigue citando una ocurrencia apócrifa de Henry Kissinger. “Es una pena que no puedan perder ambos”.

Sin embargo, esta actitud que Lévy considera “obscena” no explica por qué el filósofo francés no está consiguiendo movilizar a muchos seguidores. El historiador canadiense y expolítico Michael Ignatieff hizo un intento hace dos semanas en el Boston Review.

Realismo occidental

Ignatieff aboga por la intervención. “Es un caos. Tenemos que actuar con precaución. Pero la comunidad internacional tienen una enorme responsabilidad para evitar que suceda lo peor tras la caída de Assad”, afirmaba al diario canadiense Globe and Mail en marzo.

Sin embargo, Ignatieff llega a analizar por qué el comportamiento de evitar el riesgo en Occidente ahora se denomina “Realismo” con “R” mayúscula. En el Boston Review compara la crisis siria con la crisis en Bosnia de hace dos décadas. En su opinión, existen dos diferencias cruciales.

En los años noventa, Rusia se encontraba arrodillada y el crecimiento de China estaba en sus inicios. “Ninguno de los dos países se opuso a la intervención. La crisis de Siria está mostrando los contornos de un mundo totalmente distinto”. La segunda diferencia que está impidiendo que se emprendan acciones es igualmente importante. Una injerencia requiere algo más que compasión por las víctimas. Necesita que “se pueda identificar con un problema que el electorado democrático de Occidente realmente pueda tomarse en serio”, afirma Ignatieff.

“Los bosnios lo entendieron. Se erigieron como defensores de los valores europeos, por ejemplo a través de Mo Sacirbey, su ministro de Exteriores, que dominaba el inglés. Aunque el bombardeo de Sarajevo y la caída de Srebrenica fueron los motivos de la intervención, ya se había asentado la base ideológica”.

Debate

¿Intervenir o no? El dilema de Occidente

“Animado debate sobre la intervención en Siria”, [titula el diario francés Le Monde] el 30 de agosto un artículo que plantea si “una intervención militar contra Damasco está justificada” o no.
“Con las armas químicas se ha superado otro límite simbólico, lo que exige una reacción”, reflexiona en una columna de opinión del diario Rony Brauman. El expresidente de Médicos Sin Fronteras, partidario de una injerencia humanitaria, explica su postura porque las armas químicas:

únicamente están orientadas a sembrar el terror, mientras las armas clásicas aspiran a menudo a hacerse con posiciones estratégicas. El sufrimiento físico es a la vez inmenso e indetectable. Si no cambia la magnitud de las matanzas, representa un salto cualitativo en la deriva de esta guerra.
Le Monde señala que “la opinión pública se muestra poco favorable a una intervención” militar y analiza las dudas de París, Londres y Naciones Unidas con relación a la estrategia diplomática. También anuncia que “Londres rechaza una acción inmediata” mientras que el presidente francés:
François Hollande aprovechó la visita del jefe de la Coalición Nacional Siria, Ahmed Jarba, el 29 de agosto en el Elíseo, para insistir en las alternativas a la intervención militar en Siria.

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