El alto coste del control fronterizo total

Unos controles fronterizos más estrictos, como se está proponiendo en Europa, aumentarán en lugar de reducir el riesgo de que se produzcan tragedias como el desastre de Lampedusa, expone un experto en inmigración. Por ello, la UE debería reformar en primer lugar su política de asilo.

Publicado en 8 octubre 2013 a las 15:20

El desastre que se produjo el 3 octubre cerca de las costas de Lampedusa y que se cobró la vida de unos doscientos refugiados e inmigrantes, está instando a los Gobiernos y a las organizaciones internacionales a hacer un llamamiento para que se emprendan “acciones más duras contra el tráfico humano”. En la última década, esa ha sido la reacción habitual cuando se ha producido una tragedia en las costas del sur de Europa. Pero con este tipo de lógica no se logrará reducir el número de víctimas. Porque, después de todo, ese mismo refuerzo de los controles fronterizos es lo que obliga a los inmigrantes a emprender peligrosas rutas y les hace cada vez más dependientes de los traficantes de seres humanos para cruzar la frontera.

Esa inmigración la fomenta principalmente la continua demanda de mano de obra barata en la agricultura, en el sector de los servicios y en otros servicios informales. Una importante minoría de estos inmigrantes son refugiados que huyen de conflictos violentos en sus países de origen. Hasta que no se desarrollen canales de inmigración legal y mientras se les siga negando a los refugiados el acceso a los procesos de asilo, probablemente la mayoría de esa inmigración seguirá siendo ilegal.

Rutas más peligrosas

El cierre de las extensas costas del mar Mediterráneo resulta una tarea casi imposible. Los controles fronterizos se han extralimitado y han superado sus objetivos. En los años noventa, se intensificaron los controles en el Estrecho de Gibraltar, pero no se logró detener la inmigración. En cambio, en la primera década del siglo XXI, las rutas de la inmigración africana se desviaron hacia el este y el sur por tierra.
El resultado fue una expansión no intencionada del área que los países de la UE tienen que controlar en su “lucha” contra la inmigración ilegal. Esa área ahora incluye toda la costa norteafricana y distintos lugares a lo largo de la costa de África Occidental, desde los que los refugiados ponen rumbo a las islas Canarias.

Las rutas se han vuelto más largas y más peligrosas, lo que obliga a los inmigrantes a depender más de los traficantes. Durante dos décadas se invirtió una fortuna en los controles fronterizos y se destinó aún más dinero para Frontex (la Agencia Europea para la Gestión de la Cooperación Operativa en las Fronteras Exteriores), pero con ello tampoco se pudo detener la inmigración. Desde 1988, han muerto al menos 19.000 personas, una cifra que se basa únicamente en los cuerpos encontrados. Resulta especialmente preocupante que la llamada “lucha contra la inmigración ilegal” haya hecho que a las personas que huyen de conflictos violentos y de persecuciones en países como Siria, Somalia y Eritrea se les niegue el acceso a los procesos de asilo.

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Gestión severa de la inmigración de retorno

La “lucha contra la inmigración ilegal” en el Mediterráneo muestra muchas similitudes con la situación en la frontera entre Estados Unidos y México. Numerosos estudios realizados por investigadores estadounidenses han demostrado que el refuerzo de los costosos controles fronterizos y la construcción de muros entre Estados Unidos y México no han detenido la inmigración, sino que los flujos migratorios se han desviado a rutas más largas y peligrosas a través del desierto, que los inmigrantes dependen más de los traficantes y que ha aumentado la cifra de víctimas. Otro efecto no intencionado de los controles fronterizos y de la inmigración restrictiva es que la inmigración de retorno se trata con severidad.

Sin embargo, [[el verdadero escándalo es que los Gobiernos y las agencias de inmigración como Frontex abusan descaradamente de las tragedias como la de la costa de Lampedusa para invertir aún más dinero en “la lucha contra la inmigración ilegal”]]. Por consiguiente, en Europa también aumentará esa dependencia de los traficantes de seres humanos, a los refugiados se les negará el acceso a la protección y aumentará aún más el número de víctimas mortales. Una política dirigida a “emprender una batalla contra la inmigración ilegal” está abocada al fracaso, ya que es la causa del fenómeno contra el que supuestamente “lucha”.

Reforma del Reglamento de Dublín

Por lo tanto, es imperativo que los Gobiernos europeos asuman su responsabilidad. Deben dejar de derramar lágrimas de cocodrilo por la muerte de los inmigrantes y los refugiados en las fronteras externas Europas para luego seguir con su orden del día e inyectar más dinero en unos controles fronterizos aún más estrictos. Más de dos décadas de inversiones multimillonarias en controles fronterizos no sólo no han logrado detener la inmigración, sino que con esta acción Europa también ha contribuido a la muerte de miles de inmigrantes y refugiados.
Asumir la responsabilidad implica que los Gobiernos europeos concedan a los refugiados el acceso a los procesos de asilo, en lugar de llevarles literalmente a la muerte. Esto podría realizarse, por ejemplo, reformando el Reglamento de Dublín. Dicho Reglamento estipula que los refugiados sólo pueden solicitar el asilo en el primer país al que lleguen. Con la reforma de este reglamento se podría incluir la posibilidad de solicitar el asilo en otros países europeos. Sin duda, hay que recordar a los países del sur de Europa su responsabilidad de recibir como es debido a los inmigrantes y a los refugiados. En cambio, para los Gobiernos del norte de Europa, simplemente su disposición a recibir también a refugiados será un gesto creíble de solidaridad. Aumentar la represión será una solución desastrosa y fatídica.  

Contrapunto

Fronteras muy necesarias

"Las fronteras son necesarias y la UE no está siendo inhumana cuando hace frente al flujo de refugiados", mantiene el diario alemán Die Welt. “Obviamente, las imágenes de refugiados africanos ahogados en la costa de Italia son angustiosas" continúa el diario, añadiendo:

Pero atribuirlos únicamente a la responsabilidad de los europeos diciendo que han optado por aislarse es absurdo. Necesitamos fronteras y cada Estado debe tener el derecho para regular la inmigración y el asilo. Los que piensan que esto es insuficiente e insensible deberían introducir fronteras abiertas pero no deberían sorprenderse si Europa es invadida, algo que la gente teme. Adoptando solamente la perspectiva de los refugiados, [...] no se adquiere una visión completa, porque los que aceptan a los inmigrantes o a los refugiados deberían prepararse para hacerlo. Se necesitan reglas tolerables.

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