¿Es la protección de la democracia lo bastante sólida?

La democracia, que está debilitada en el mundo, parece que ahora también está amenazada en el seno de la propia Europa. Y la Unión quizás no emplea todos los medios a su alcance para proteger lo que constituye uno de sus valores primordiales, tal y como señala un editorialista rumano ante la crisis política que atraviesa su país.

Publicado en 29 agosto 2012 a las 15:36

De igual modo que Grecia y su crisis financiera han provocado la adopción del pacto presupuestario que supuestamente pondrá en orden las finanzas de los Estados de la UE, la crisis democrática en Rumanía [el presidente Traian Basescu, suspendido por el Parlamento el 7 de julio, ha sido restituido en su puesto tras la invalidación del Tribunal Constitucional del referéndum organizado el 29 de julio para validar su destitución] podría suscitar la adopción de algunas medidas que favorezcan una integración política con más fuerza. Al menos es lo que afirma Suzana Dobre, analista de Expert Forum, una de las ONG rumanas más activas desde el inicio de esta crisis política.

Su razonamiento se basa en el peligro de contagio: la quiebra de un Estado miembro de la UE tendría consecuencias en todos los demás, por lo que hay que impedir que se produzca una situación así. Pero ¿qué ocurre en caso de que vacile la democracia en un Estado miembro? Suzana Dobre reconoce que el peligro de contagio no es tan evidente como en el caso de una crisis financiera, y por lo tanto, el apoyo político para evitarlo quizás no tenga la misma intensidad.

Naufragio de la democracia

Pero el peligro de contagio existe. Si las normas se infringen de un modo tan brutal en Rumanía sin que la UE pueda hacer algo, entonces quizás mañana podría ocurrir que, por ejemplo, en Eslovaquia, apareciera un individuo convencido de que el pueblo desea que sea su dirigente de por vida, o pasado mañana, un coronel lituano al que Dios le haya instado a que asuma el poder. ¿Como reaccionará la UE con algunos bielorrusos en su mesa?

Lo cierto es que, tarde o temprano, la UE tendrá que enfrentarse a este dilema, ya que podríamos decir que es la lógica de la historia. Para nosotros es vergonzoso que seamos los que planteemos el dilema, pero era de esperar. Analicemos lo ocurrido hasta ahora. En 1990 se inició lo que Samuel Huntington denominó "la tercera oleada de democratización". Una decena de años después, la oleada ha retrocedido, dejando a su paso muchos países democratizados, pero revelándonos una triste realidad: la democracia no es irreversible, ni siquiera actualmente.

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En Rusia se ha ido a pique. De hecho, se ha ido a pique en toda la antigua Unión Soviética, excepto en los países bálticos y en la República de Moldavia. En África, la experiencia democrática sólo ha funcionado en parte. En Latinoamérica, la gran oleada de esperanza zozobra progresivamente, a medida que el coronel Hugo Chávez, un golpista elegido por el pueblo, se clona en un creciente número de socialistas locales.

Piel de gallina

El retroceso de la democratización es una realidad. ¿Sería entonces la UE la única excepción? ¿Sería una especie de invernadero donde las plantas crecen con vigor, independientemente de lo que ocurre fuera? Esa parece ser la presunción del sistema: sólo por entablar las negociaciones de adhesión a la UE, los Estados deben cumplir una serie de criterios políticos (los de Copenhague), es decir, ser democracias. Si respetan esos criterios durante las negociaciones, entran en la UE. ¿Y después? Después, ya no.

La UE es un club de democracias ¿no? Sí, pero vemos en todo el mundo cómo se van asfixiando las democracias. ¿En la UE? Por supuesto que no, nunca. Es lo que creíamos hasta ahora, así es como se hicieron las normas, así es como se concibió la UE: un club de países que han superado ese tipo de problemas. Pero en realidad, la democracia aún puede asfixiarse. Rumanía es el último y el peor de los ejemplos hasta ahora. La Hungría de Viktor Orbán les habrá puesto la piel de gallina y habrá preparado el terreno.

Pero no hay que olvidar que casi todos los Estados que se adhirieron a la UE en 2004 han sufrido después crisis políticas y un descenso en la clasificación relativa a la estabilidad política y la libertad de prensa. Por no hablar que, en Italia, Silvio Berlusconi controló los medios de comunicación y se enfrentó a la justicia (control de la prensa y de la justicia: ¿es una coincidencia o no es así como comienza el declive de la democracia?).

La UE tiene un problema: la democracia puede retroceder, incluso dentro de la UE. ¿Es suficiente con la presión política que aplica actualmente sobre Rumanía o es necesario intensificarla? Tienen que reconocer que se trata de un dilema interesante. Sería incluso divertido ver cómo se va desarrollando, si no fuéramos los actores principales.

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