"A la Unión Europea le gusta proclamar que es una fuerza para extender el bien. Pero en los últimos días, unos 1.200 refugiados se han ahogado en las aguas del Mediterráneo" escribe The Economist, según el que "un número impreciso de ellos huyen de la guerra y la persecución en Siria, Eritrea y Somalia. Murieron en parte debido a que la política europea de asilo es un fracaso político y moral".
Aunque Europa no puede resolver los problemas en el origen de este éxodo ni dar cabida a todos los que toman parte en él, debe intervenir. Sin embargo, indica la revista,
No compromete en el rescate en el mar sino un tercio del dinero y menos de una décima parte del personal en comparación con el año pasado. Muchos países sostienen que la probabilidad de ser salvados anima a los inmigrantes a embarcarse. De hecho, la UE se propone no hacer nada y contemplar cómo se ahoga gente inocente para que otros no se vean tentados de no seguirlas. Esta lógica es errónea, ya que es moralmente repugnante.
"Si la UE quiere estar a la altura de sus valores, se debe actuar en varios frentes a la vez", añade The Economist, que sugiere "crear campamentos en los países de la ribera sur del Mediterráneo" para tratar "rápida, justa y eficazmente" las solicitudes de asilo.
Los inmigrantes económicos cuya solicitud haya sido rechazada será enviados a casa. Y los Estados miembros deben comprometerse a alojar su cuota de refugiados - que debería ser aceptable para 500 millones de ciudadanos ricos de la UE. [...] A Europa le gusta verse a sí misma como un modelo de países capaces de ponerse de acuerdo para hacer del mundo un lugar mejor. Por el momento, los refugiados hacen avergonzarse de esta imagen.