Letonia, ese pequeño país báltico de dos millones de habitantes, miembro de la Unión Europea desde 2004 y del espacio Schengen desde 2007, ¿se está convirtiendo para los chinos en un portal de entrada a Europa? Desde que se aprobara una ley sobre inmigración en 2010, se pueden conceder permisos de estancia en Letonia y por lo tanto en la UE, a los extranjeros que inviertan en la economía o que compren en el país bienes inmuebles.
En la mayoría de países europeos, unos pocos chinos más o menos pasarían desapercibidos. Pero Letonia no es en absoluto un país de inmigración. Los cientos de chinos que han llegado desde 2010 hacen que surjan muchas preguntas, hasta en el Parlamento.
En los ocho primeros meses de 2013, eran 235, es decir, el 10% del número total de extranjeros que solicitaban un permiso de estancia. En comparación con 2012, los negocios inmobiliarios realizados por ciudadanos chinos con la empresa Rent en Riga se multiplicaron por ocho en los ocho primeros meses de 2013. Las estadísticas de esta empresa indican que sólo uno de cada cuatro de sus clientes chinos se plantea vivir en Letonia. Los demás alquilan las viviendas que han adquirido.
La empresa letona Baltic Cotton Road ofrece ayuda a los chinos que deseen implantarse en el país báltico. En su sitio web, anuncia claramente su mensaje: “Adquiera una propiedad en Letonia, obtenga un permiso de estancia de cinco años y viaje libremente por toda Europa”.
Apoyar al sector inmobiliario
De este modo, el propietario puede viajar por todo el espacio Schengen sin visado y Baltic Cotton Road se encarga de gestionar los bienes que ha adquirido. El permiso se puede obtener en un mes y el bien inmueble debe tener un valor mínimo de entre 70.000 y 140.000 euros, según las regiones. Otras empresas ofrecen servicios similares para lo que se presenta como la mejor inversión para acceder a Europa.
Para el Gobierno letón, se trataba de apoyar al sector inmobiliario, cuyos precios se habían hundido. Letonia, a la que la crisis de 2008 afectó de modo violento y precoz, se benefició de un plan de ayuda de urgencia de la Comisión Europea y del Fondo Monetario Internacional.
Tras haber aplicado una política de austeridad drástica y de haber estabilizado la economía, el primer ministro Valdis Dombrovskis, volvió a situar al país en la vía del crecimiento. Sin embargo, dimitió junto a su Gobierno el 27 de noviembre, al optar por asumir la responsabilidad política y moral del desplome de un supermercado en las afueras de Riga que causó la muerte de 54 personas el 21 de noviembre, por causas aún por determinar.
Pero Dombrovskis también había recibido duras críticas dentro de su propia coalición en los últimos meses, sobre todo por parte de diputados nacionalistas que pretendían cambiar la ley sobre los permisos de estancia a cambio de su apoyo en la votación del presupuesto de 2014.